Aún faltaban dos días por delante para terminar la semana y sólo entonces podría escapar de las tareas diarias para ver a Shane pero no podía esperar dos días. No sólo porque estaba sola en casa y porque no tenía con quién reír ni con quién charlar como lo hacía con él y porque simplemente lo extrañaba, no sólo por todo eso. Sino porque....Lo había visto al salir de clases esa mañana, sabía lo que estaba pasando y no podía evitar sentir miedo. Sí, miedo. No había otra palabra.
En el camino de vuelta a casa había visto muchos más hombres uniformados de blanco de lo que normalmente había y eso la obligaba a ser pensando en ello. Incluso luego de haber decidido tomar un pequeño bolso y subirse al tren seguía ese pensamiento, esa imagen en su cabeza. Todos en fila, la urna, y finalmente, un nombre siendo llamado por el altavoz. Su piel se erizaba cada vez que lo recordaba y su pecho se oprimía en angustia.
Cuando llegó al Distrito número cuatro tras un par de horas de viaje se guió con la poca información que tenía del lugar y que sabía de Shane. Recordaba a la perfección que por las tardes solía, o intentaba, asistir a clases y rezó, aunque no fuera una persona de fé, que hoy hubiese asistido a clase porque pedir indicaciones para encontrar un colegio era mucho más fácil que preguntar por "la casa de Shane". Y ciertamente fue fácil, no sólo preguntar dónde quedaba la institución educativa del lugar sino también llegar ahí a pesar de lo confuso que podía resultar el paisaje, tan distinto en algunas cosas al de su hogar.
Cuando encontró el edificio, por suerte claramente reconocible, vio que salía gente constantemente por lo que las clases debían haber acabado hacía no muchos minutos. Entre tantos rostros, todos y cada uno desconocidos, buscó con algo de desesperación el único que le interesaba mientras se adentraba con pasos torpes en contra mano al paso de la multitud hasta que finalmente lo vio. Tan perfecto como siempre, sus fracciones encantadoras resaltando de las del resto y casi sintió celos de quienes podían verlo todos los días. Gwendolyn quedó sin aire un momento, porque al verlo sintió que todos desaparecían incluyéndose a si misma y entonces recordó por qué estaba ahí. Su garganta dolía al contener la mezcla de sentimientos anudándose en esa zona pero frunció el ceño tratando de reprimirlo y corrió. Corrió entra la gente tratando de alcanzarlo antes de que se fuera.
—¡Shane!— Se las arregló para llamarlo a pesar de lo difícil que le fue pronunciar palabra, y cuando estuvo lo suficientemente cerca tras esquivar varias personas caminando en el sentido opuesto, llegó a su cuerpo y sin pensarlo dos veces lo abrazó con fuerza y necesidad.

Es muy interesante descubrir la cantidad de cosas que pueden cambiar en unas cuantas semanas. Desde que puso los pies en el distrito tres; desde que conoció a Gwen, Shane simplemente no podía sacársela de la cabeza. No es que haya dejado de comer ni se haya vuelto un zopenco, sino que cada vez que se daba cuenta, se encontraba pensando en ella, cómo estaría, qué estaría haciendo, y cosas de ese estilo. En casa ya se burlaban de él porque de vez en cuando se le escapaba una frase del estilo 'a Gwen le encantaría esto...'

Porque claro que en su casa se enteraron, desde que Shane hizo de todo lo posible y más para convencer a su padre de quedarse más tiempo en el distrito tres, o bien porque al chico, estos últimos días, se le acababa el saldo del móvil más rápido de lo normal. Su madre estaba ansiosa por saber más de la jovencita que había flechado a su niño, y sus hermanos fantaseaban sobre el aspecto de la chica en cuestión, que quizás era como una lagartija, o un pescado, porque según ellos, Shane no podía tener buen gusto. La pequeña Shell era la única que simpatizaba con el mayor de los Rowe, peleándose con los otros tres hermanos y sosteniendo que Gwen seguramente era una princesa.

Shane los dejaba cavilar y divertirse; que pensaran lo que quisieran, aunque sí imponía un alto en cuanto los comentarios se ponían difíciles de tragar. Por lo demás, todo parecía normal, aunque sí era cierto que sus clases se habían puesto más tediosas de lo que acostumbraban. Les habían dejado un montón de tarea para la otra semana, pero aún así los chicos mantenían el buen ánimo. Luego de salir de clase, se despidió de sus compañeros, que se quedaban a un partido de soccer, pero él había prometido volver pronto a casa. Aunque sus amigos le llamaron mojigato, irse fue la mejor decisión que Shane pudo haber tomado, pues se topó con una agradable sorpresa.

—¡Gwen!— Correspondió el abrazo con fuerza, hundiendo sus labios en el cabello de la joven, sin poder creerse del todo que ella estuviese con él nuevamente. Soltó una carcajada de pura alegría y la alejó un poco de sí para poder mirarla. —¿Qué haces aquí?— Acomodó un mechón de cabello dorado detrás de su oreja. —Digo, me encanta verte, pero, ¿qué ha ocurrido en casa? ¿está todo bien?— Su semblante se oscureció; si se enteraba de que algo malo le había pasado, mataría a alguien.

Hundió su rostro en el cuerpo del chico y no quería salir de allí, no quería volver a su distrito, no se sentía segura en ningún lado que no fuera a su lado pues junto a él estaba genuinamente alegre. El pensar que, quizás, ese sería la última vez que lo viera era demasiado...Si quiera pudo pensar una palabra lo suficientemente triste y aterradora para explicáserlo a sí misma.
—Shane...— Volvió a pronunciar su nombre ahora en un susurro. Su semblante tembló al igual que su voz. —Llegaron los agentes de la paz, están organizando la cosecha.— Hizo un alto para respirar y calmarse, no iba a llorar, no quería llorar, no ahí, no junto a él. Antes debía encontrar la manera de hablar porque de otro modo el muchacho no podría saber qué sucedía. Notó como los gestos en el chico se habían vuelto más serios y se odió por haber borrado esa sonrisa que tanto le gustaba de su rostro. —Sabes que aún tengo dieciséis y no hay muchas niñas en mi distrito así que...— Se detuvo nuevamente, esta vez parpadeó un par de veces volviendo a intentar calmar su respiración e impedir, si le era posible, que no se le volviera la vista vidriosa, pero la sensación de angustia consumiendo su pecho era fuerte. —Si sale mi nombre— Demasiado fuerte, pero debía ser clara y concisa. —No seré capaz de volver, no tengo posibilidades de sobrevivir allí.— No sabía cómo los demás lidiaban con el asunto, no sabía si las demás personas de su edad también tenían miedo y si estaba mal sentirlo, pero la verdad era que estaba muy consciente de lo que quedar elegido para Los Juegos significaba y la posibilidad de ser elegida existía, estaba allí, y desde que Shane estaba en su vida la idea de morir le aterraba más aún. Nunca más lo oiría reír ni contarle sobre su familia, ni podría cocinarle ni observarlo comer, nunca más lo abrazaría ni volvería a besarlo, no volvería a sentirse segura, ni siquiera sentiría porque el final sería dejar de existir.
De repente la visión del rostro de Shane se volvió nublosa y pronto sintió las mejillas húmedas al dejar salir varias lágrimas que rápidamente limpió de su rostro. —Si eso sucede, necesito que sepas lo importante y especial que eres...— Sus gestos se fusionaron entre angustia y pena pero como no había tiempo, porque quizás literalmente no tenía mucho más tiempo, procuró continuar y no arrepentirse de ni una sola palabra que dijera. Sabía bien hacía cuanto lo conocía, sabía bien que todo había sido muy repentino y sorpresivo pero esto era lo que sentía en ese momento y puede que fuera lo último.
Llevó ambas manos a al rostro del chico acariciando ambas mejillas, sintió la forma pronunciada y perfecta de sus pómulos en contacto con el interior de sus y perdió la mirada aún solloza en la forma de su cara. —...Que nunca he amado a otro.— Concluyó con la voz algo más firme y seguido acercó un poco más su rostro intentando igualarlo en altura, por más que eso fuera imposible, y buscó sus labios con los propios hasta unirlos con urgencia.

Claro que algo no andaba bien si Gwen había decidido atravesar todo un distrito y más para venir a verle, aunque la ingenuidad de Shane no le hizo pensar en eso hasta que la preocupación se manifestó en el rostro de la chica. Él se dedicó a abrazarla con fuerza, como si con ello pudiese dejar fuera cualquier pena o problema, como si eso los aislase del resto del mundo. A Shane le sentaba fatal no saber cómo hacerla sentir mejor, pero sí se preocupó de prestar total atención a cada una de sus palabras, y sintió cómo su alma se iba enfriando a medida que la escuchaba.

Le estaba costando sacar conclusiones, pues su cabeza se negaba a pensar que algo malo podría ocurrir, pero Gwen se encargó de dejar las cosas claras por él. ¿Cómo que no regresaría? La obligó a mirarle, listo para rebatir aquello, pero como ella continuó hablando, él guardó silencio, apretando la mandíbula. Estaba asustadísima, pero siendo realistas, ¿qué podía hacer él?

En cuanto Gwen comenzó algo así como una despedida, Shane se quedó sin saber cómo reaccionar. No quería aceptar nada de lo que ella le estaba diciendo, porque no podía ser cierto. No podía ser que acabasen de empezar para verse obligados a terminar ahora. Sólo volvió a la vida al oírla confesar que lo amaba, y para corresponder la urgencia de aquel beso. Él también la amaba, por supuesto; no había otro sentimiento para ella. Además, la necesitaba, tanto que no tenía ni cómo explicarlo, pero uno podía darse cuenta de eso al ver la manera en que Shane y su cuerpo entero reaccionaban a Gwen; estaba en la manera de coger sus manos, de abrazarla. En la intensidad con la que la miraba, en la facilidad que tenía para ser feliz si es que estaba cerca de ella.

Enredó una de sus manos entre los cabellos de la chica, y con la otra en su cintura, se preocupó de acortar toda distancia existente entre ellos. Saboreó sus labios, y como la primera vez, deseó extender aquel momento para toda la vida, pero ahora sí había cosas que necesitaba decirle, así que se obligó a separar su rostro suavemente del de ella. —Te amo, también. Y te prometo que mientras viva, no habrá otra para mí— Con otro beso, más fugaz, le quitó a Gwen las posibilidades de replicar.

—Ven, quiero que veas algo. Por ahora... dime que dejarás de preocuparte, yo te cuidaré.— Era un poco extraño pedirle eso, cuando la amenaza de Los Juegos seguía ahí, pero no perdía nada con intentar. Entrelazó sus dedos con los de ella. Aún no había dicho nada de todo lo que tenía en la cabeza, pero pensaba que su escuela no era el mejor lugar para ello. Antes de ponerse en marcha, le dedicó una pequeña sonrisa, confiando en que ella la compartiera. Cargó el bolso que llevaba Gwen en uno de sus hombros, junto al suyo, y comenzaron el descenso hacia la playa, aunque por un camino que pocos conocían. Durante todo el camino se fueron en silencio, excepto por uno que otro comentario de Shane, para explicarle dónde estaban, o de quiénes eran las casas por las que iban pasando.

Finalmente, llegaron a una pequeña cala, lo suficientemente separada del resto de la playa como para que pudiesen declarar que el lugar les pertenecía, porque estaba desierto, a excepción de las aves y animales marinos, que con la llegada del atardecer comenzarían a dejar la bahía. Otra sonrisa sutil se extendió por los labios del chico, y clavó sus ojos en Gwen. —Cuando niño, solía venir aquí. Con papá descubrimos este lugar, no suele venir mucha gente, así que es ideal cuando necesitas reflexionar un poco a solas.— Se encogió de hombros, y no pudo evitar robarle otro beso a Gwen en cuanto se antes de adentrarse un tanto más en la bahía. Se dejó caer, sentado sobre la arena, mirando hacia el mar.

Quizás estaba exagerando, quizás estaba yendo demasiado rápido, pero al igual que en pocas semanas Shane se había convertido en la prioridad número uno, literalmente su mejor amigo, en un abrir y cerrar de ojos eso podía acabar. Algo mucho más grande que ella, algo contra lo que no podía luchar, porque no podía deshacer el sistema político para que fuera arrebatada de él. Por eso mismo no podía arrepentirse, porque en ese mismo momento él era lo más importante y no importaba cuánto era el tiempo real que se conocían, simplemente no podía recordar cómo era vivir antes de él, antes de sus abrazos y sus risas alegres que la llenaran de regocijo.
Sabía que él tampoco podía hacer mucho al respecto, sin embargo que la apresara entre sus brazos bastó para calmarla por el momento y al oír esa misma voz risueña respondiendole de la forma más clara posible cuál era su cariño por ella se quedó sin aire, como si de repente olvidara la necesidad de respirar, y es que en seguida volvió a unir sus labios antes de que pudiera siquiera pensar en qué responder.
Hizo nuevamente un esfuerzo por calmar su respiración y así cesar el sollozo, de algún modo aunque sabía la realidad de la situación se sentía un poco mejor porque al menos estaba junto a él y no había nada que cambiara ese hecho en ese momento, porque no había nada que la hiciera sentirse mejor que la voz aterciopelada de Shane aclamando que la protegería, una vez más la idea recurrente que había tenido las últimas semanas de que era una chica más que afortunada, sino era la más afortunada, por tener la posibilidad de siquiera sostener su mano, volvió a aparecer en su mente. Entre anonada por el confort mezclándose con la aún existente angustia, simplemente asintió con la cabeza.
Normalmente le hubiera impedido llevar su bolso e incluso le hubiera dicho que no hacía falta que dijera tales cosas porque eran serias e importantes y no necesitaba decirlas sólo para hacerla sentir mejor, pero aún tenía la sensación de que si hablaba quebraría en llanto y cada detalle que él tenía ayudaba a que la sensación desapareciera de a poco. Por ello, prefirió quedarse en silencio y seguirle el paso sin soltar su mano en ningún momento. Podía parecer tonto pero en el momento lo necesitaba y reconfortaba. Escuchó atenta a los comentarios que Shane iba haciendo del lugar y entonces se dio un momento para apreciar las diferencias y detalles de ese Distrito, le dio la sensación de que todo era tanto más cálido y no estaba segura si era porque él vivía ahí o simplemente el lugar en sí mismo le daba esa sensación.
Llegaron a una bahía, era diferente a toda playa que hubiera visto y/o imaginado antes pero nuevamente se cuestionó si su percepción se veía afectada por la presencia del muchacho porque ciertamente el lugar pareció mágico cuando volvió a besarla. Luego de quién sabe cuántas largas horas, volvió a esbozar una sonrisa, incontenible.
—Gracias por traerme aquí.— Se acercó a dónde Shane se había sentado y se unió, sentándose junto a él. —Perdón por no haber avisado que venía, no quisiera ser una molestia.— Lo miró de reojo, sin querer quitar del todo la vista en el horizonte. —No vas a dejarme a solas aquí para pensar, ¿No?— Se animó a decir en todo de broma aunque su voz aún sonase algo débil. Apoyó su cabeza sobre un hombro de Shane y tomó uno de sus brazos entre los propios abrazándolo cariñosamente, allí se sentía tan bien, como si realmente pudiera escapar de la realidad y sabía que no sería para siempre, pero decidió entonces que disfrutaría cuánto tiempo tuviera a su lado.

La promesa que acababan de sellar sus labios era de las más grandes que podían hacerse. E, independiente de lo que opinase Gwen al respecto, para Shane aquellas palabras iban muy en serio. Probablemente, el resto diría que no sabía con qué se estaba metiendo, ni qué decía; que era un pacto resultante del ímpetu y la efervescencia hormonal de un adolescente enamorado por primera vez. Pero se equivocarían, porque la intensidad de sus sentimientos, y de todo momento que hasta entonces había compartido con Gwen, incluso la emoción de los que estaban por venir, le hacía estar seguro de que ella era la indicada; aquella que el destino había puesto junto a él. Y, pase lo que pase, Shane se aseguraría de que así fuese.

Confiaría en Gwen su vida, así que no dudó ante la idea de enseñarle su pequeño paraíso terrenal, ese que sólo era de él. El camino hasta allá se hizo ligero, como le ocurría a Shane con todo lo demás cuando se encontraba junto a Gwen. Él iba parloteando alegremente de vez en cuando, mientras que ella, obedientemente, prestaba atención. Cuando llegaron, faltaba todavía para que atardeciese, así que aprovechando el tiempo que les quedaba, se acomodaron en la arena. El chico no pudo contener la sonrisa en cuanto ella le agradeció por haberla traído, y soltó una carcajada ante el siguiente comentario que hizo.

—¿Una molestia? Para nada; así que no te disculpes. Y, si bien recuerdo, fui yo el que comenzó con esto de dejarse caer de improviso en la casa del otro, así que en cierto modo, me lo tenía merecido— Bromeó, aunque lo del principio era tan cierto como que él se llamaba Shane. Casi lamentó no haber sido más rápido para rodear sus hombros con un brazo, acercándola hacia él, pero al fin y al cabo, el resultado fue bastante parecido, dado que Gwen fue la que se apoyó en él.

—Exactamente. Ya estaba por irme, cuando estés lista me llamas y vengo por ti.— Sentenció, sin dejar de sonreír; claro que no hablaba en serio. Se volvió un poco para depositar un beso sobre la cabeza de Gwen, y acto seguido, corrigió lo que había dicho. —Jamás te dejaría sola. Pero sí admito que te traje aquí para poder estar a solas contigo.— Suerte que no la estaba mirando de frente, porque de otro modo se hubiese trabado antes de decir eso.

—En realidad...— Ya había dejado pasar un tiempo antes de hablar nuevamente, y volvió a hacerlo, al menos hasta que pudiese ordenar bien sus ideas. —Quería preguntarte si alguna vez te habías visto frente a un espejo.— Un comentario bastante creepy, sí, pero podía explicarse. —Si... Te has fijado alguna vez en tu inteligencia, en lo brillante que eres. Yo me doy cuenta siempre, y te admiro, porque está ahí en cada cosa que haces o que dices.— Sonrió de medio lado, ciertamente orgulloso de su chica. — Si has visto tu valentía, esa misma que pones al decir lo que piensas, al defenderte ante los demás, o incluso, al defender a alguien del resto cuando te parece que están siendo injustos con él. Es muy noble eso, no todos tienen ese coraje. O tu fortaleza. Recién, hace un rato, estabas temblorosa por culpa de todo lo que sentías, y aún con lágrimas en los ojos, te las arreglaste para hablarme fuerte y claro. O cuando cocinaste todos esos muffins para tu hermana y ella ni los tomó en cuenta. Conozco un buen puñado de gente que hubiese armado el escándalo del siglo si les hubieran hecho eso, pero en cambio, tu estabas impasible como una roca.— Volvió a inclinarse para besar suavemente a Gwen en la mejilla.

—No me creas si no quieres, pero estoy seguro de que si hay alguien que puede ganar, ésa eres tú. Además, ¿no es mentora tu hermana? Puede que se porte pésimo contigo, pero te aseguro que no encontrará otro orgullo ni honor mayor que verte ganar Los Juegos— Hizo una pausa, tratando de recordar qué más iba a decir. —Eso... si quedas seleccionada. Que aunque hayan pocas chicas en el distrito tres, puede que las probabilidades jueguen a nuestro favor.— Y esperaba que sí, porque aunque confiase a ciegas en las capacidades de Gwen, de todos modos no soportaría el verla someterse a una prueba tan dura.

No había cliché suficientemente perfecto para equiparar ese momento ni ningún otro momento junto a Shane. Cerró los ojos estando aún apoyada sobre su hombro y todo lo vivido ese día hasta hacía no muchos minutos atrás parecía no más que un mal sueño.
Cada carcajada y su voz alegre bromeando bastaron para obligarla a intensificar su sonrisa, no podía tener otra reacción, y al oírlo decir que quería pasar tiempo a solas con ella sintió ese pequeño dolor tibio en el pecho, ese que a pesar de doler no lastimaba porque era ese click que le decía decisivamente que Shane era el indicado. Cuántas personas había conocido durante todos estos años y jamás ninguna de ellas sabía cosas sobre ella, como si realmente no la conocieran, y viceversa, y sin embargo al conocer a Shane casi instantáneamente pareció que lo conocía de toda la vida, como si realmente debería ser así por cuestiones, sin decir sobrenaturales, más grandes y más allá de la comprensión humana. Simplemente era así.
No es que realmente Gwendolyn hubiese pasado por muchos amores, de hecho no había ninguno que recordase, en estos tiempos había otras prioridades en los que los jóvenes ocupaban su mente, especialmente los jóvenes y sin más rodeos se trataba de sobrevivir. Pero sabía cómo funcionaba, lo había visto con compañeras del colegio, vecinas e inclusive su hermana. Sabía cómo se ponían esas chicas cuando se enamoraban efímeramente de alguien y lo poco profundo que eran sus sentimientos por más que en el momento sintiesen que es el fin del mundo. Por el contrario, lo que Gwen sentía por Shane iba mucho más allá de algo banal, algo físico o un simple enamoramiento. Era su mejor amigo, su confidente, su protector, por eso y mucho más era su amor. Esos 'amores' fugaces se pueden tener con cualquier al igual que el sexo, no hace falta que haya ningún tipo de conexión, compromiso, que importe. Eso es fácil y se puede conseguir en todos lados con cualquiera, hasta con el primero que se te cruce en la calle. Pero lo que compartía con él era mucho más simple y al mismo tiempo inexplicable por su profundidad y en algún punto complejidad. Reír durante horas, hablar de lo que sea y sin siquiera darse cuenta haberse encontrado con sus manos entrelazadas. ¿Cómo podía alguien atreverse a cuestionarlos? ¿Cómo alguien podía llegar a ser tan ciego de no ver la diferencia? Al fin y al cabo, realmente no le importó qué pudieran pensar los demás, al menos no importaría cuando estuviera con él.
Levantó la cabeza sólo un poco para poder observarlo cuando comenzó a hablar. Abrió los ojos sorprendida, primero más bien curiosa porque no comprendía por qué habría de verse en un espejo, aunque claro que se había visto alguna vez en uno, pero luego no sólo la vista si no su expresión se volvió más bien llena de sorpresa porque ciertamente jamás habían recalcado esos aspectos de su persona ni recordaba haberlos sabido sobre ella misma.
Se mordió el labio inferior mientras lo escuchaba hablar, completamente perdida en el sonido de su voz y la belleza de su rostro, casi le costó reaccionar cuando él se acercó y besó uno de sus pómulos. Quiso asentir y decirle que tenía razón, que puede que estuviera exagerando y que debía esperar tener algo de suerte y no quedar seleccionada sin más, pero no pudo, no le salieron las palabras, al menos no las indicadas. —Eres perfecto.— Declaró sin más, su voz sonó perdida, como si hablara dormida aunque era demasiado claro para ser ese el caso. —Aunque no sé cómo vería todo eso en un espejo.— Movió su posición para quedar de frente a él y observarlo directamente en vez de tener que hacerlo de costado. Y se acercó lo suficiente para rozar su nariz con la de él, le sonrió aún más aunque sintió algo de pena al observar aún más de cerca su rostro, le resultaba tan fascinante que no pudo evitar sentirse tímida al observarlo tan de cerca, hasta tuvo que llevar la diestra a su rostro, acariciándolo, como si con ésta se asegurara que él era real y que realmente estaba junto a ella.

Aunque le gustase hablar, cuando se trataba de sentimientos, o cosas un poco más serias, era bastante malo con las palabras, así que se auto-felicitó cuando pudo decirle a Gwen todo aquello que pensaba sin cometer errores. Quizás fue porque hablaba desde el corazón, y que realmente estaba convencido de lo que decía, o bien que el estar junto a ella, en ese lugar tan especial, le generaba tal sensación de tranquilidad y confianza que resultaba imposible que Shane pudiese dudar antes de hacer o decir algo.

Gwen no dijo nada respecto a si estaba de acuerdo o no con lo que acababa de decir él, pero al menos no le rebatió nada. En cambio, declaró la perfección del chico, lo que hizo que él sonriese ampliamente. —Probablemente me has contagiado tú.— Su tono divertido no hacía en absoluto que aquella frase fuese menos cierta.

—Uhm, quizás deberías tratar abriendo bien los ojos. Aunque si prefieres preguntarme a mí cada vez que veas tu reflejo, no tendré problemas en responder.— Sonrió, cerrando los ojos y acariciando la punta de la nariz de Gwen contra la suya. Se permitió volver a mirar cuando sintió los dedos de ella recorriendo el contorno de su rostro; y al encontrarse frente a frente con la intensidad de los ojos de Gwen, su corazón se estremeció, y le ardieron las mejilas. Veía tanto amor en su mirada que le parecía increíble que un don tan espectacular como ese fuera para él. Shane se sintió muy afortunado, y para celebrarlo, volvió a buscar los labios de Gwen, mientras sus manos la sostenían con delicadeza, tratando de demostrar que todo el cariño que ella tenía para él, también lo tenía él para ella.

—Gwen— Susurró, aunque pareció más como un suspiro. No estaba seguro todavía si había buena idea alejarse de sus labios, pero se obligó a decir algo más. —¿Te atreverías a entrar al mar conmigo?— No hacía tanto frío, ¿verdad? Junto a ella, él nunca tenía frío, pero ese ya era otro tema.

Más cerca lo tenía, más se perdía en sus ojos y en la profundidad e intensidad de estos, tan brillantes y llenos de él que aunque tuviera su rostro prácticamente pegado al suyo aún no podía creer que fuera real, que en verdad existiera alguien así y que encima estuviera a su lado. Pero al sentir sus labios la verdad, por más abrumadora que fuese, la traía a tierra recordándole que sí era cierto, que sí estaba allí, y no pudo hacer más que rendirse ante aquél beso que intensificó durante varios segundos antes de que Shane se separara para hablar.
No se alejó mucho al oírlo pronunciar su nombre, como cada vez que lo hacía sentía como se quedaba sin aliento y debía auto recordarse que respirar era una necesidad y no hacerlo no era una opción.
Apretó los labios en una sonrisa tímida al escuchar su propuesta y asintió de la misma forma en silencio. A diferencia de Shane, ella era mucho menos habilidosa con las palabras puesto no solía hablar mucho con nadie, pero supuso que el gesto sería claro y conciso.
Dónde ella vivía si bien había salida al mar la zona no era justamente apta para que la gente nadara ni el clima ayudaba tampoco, incluso en verano, no solía hacer mucho frío y ni ser muy soleado, completamente distinto de cómo parecía ser el Distrito cuatro, pensó sorprendida porque la distancia no era tanta. Por eso, no sabía bien qué esperar o de qué se trataba sin embargo confiaba en él plenamente.

Aquel día, desde que se encontró con Gwen, la chica se robaba toda su atención, así que no hacía falta que ella hablase para que Shane entendiese qué quería decir. Una sonrisa apareció en sus labios, y se hizo más grande todavía cuando notó que Gwen no había hecho ningún intento de moverse y que, en su lugar, le miraba expectante. Quizás no se había explicado bien, además de que en ningún momento había pronunciado la palabra 'bañarse'. —Bueno, esto es... como darse una ducha pero mejor. Muchísimo mejor.— Seguía siendo una explicación pésima, pero no se le ocurría nada más.

Se puso de pie con facilidad y ayudó a Gwen a que se pararse también, tomándola de las manos. Su mirada se dirigió a los bolsos que dejaron en la arena y luego hacia Gwen. —¿Andas con más ropa? Como para cambiarte después, me refiero. Porque si dejo que te quedes con la ropa mojada, agarrarás un resfriado, y yo moriré por no haberte cuidado bien.— Su broma había resultado bastante dramática, pero al menos se entendía qué quería decir.

—En todo caso, después podría conseguirte algo de mamá o mi hermana para que te coloques.— Él, por su parte, se había deshecho de sus zapatos y hundido sus pies entre la arena. Se dio cuenta, como por casualidad, de que hablaba pensando en que Gwen se quedaría un tiempo con él en el distrito, y quizás esos no eran los planes de la chica. —Oh sí, porque planeo secuestrarte.— Sentenció, tranquilamente. Arremangó sus pantalones hasta la rodilla, y con Gwen también sin zapatos, se tomaron de la mano y caminaron hasta que las olas que lamían la arena se encontraran con sus pies.

Como una ducha, repitió en su cabeza la explicación y entonces cayó en cuenta de lo que quería decir. No es que fuese muy difícil de deducir pero aún así no había pensado que se refería a adentrarse en el agua en ese mismo momento.
Sin demoras tomó su mano y complacida por la ayuda también se levantó para copiarlo y mover la vista hacia donde habían quedado los bolsos. Abrió la boca como si fuese a dejar salir una onomatopeya pero siquiera esta fue pronunciada hasta que encontró palabras adecuadas.
—No sabía ni qué estaba haciendo, no pensé qué haría.— Admitió entonces algo avergonzada al respecto porque en verdad había actuado algo impulsivamente, apenas había tenido la delicadeza de tomar un bolso con un abrigo ligero y no más, ciertamente no era un viaje planeado, hasta había sido más cercano a un escape que un viaje y normalmente uno no prepara equipaje para escapar. —Shane, no quiero ser una molestia para tu familia. Además, puedo con un resfriado.— Sonrió divertida al oír que sería secuestrada mientras se quitaba los zapatos y los hacía a un lado dejándolos cerca de los bolsos. —Espero no planees pedir rescate. Mi hermana te pagaría porque no me devuelvas.— Dejó sonar una pequeña carcajada mientras lo imitaba al bajar ambas medias y luego desabotonar su vestido el cual se quitó estando de espaldas a él. —También espero que a nadie se le ocurra venir ahora.— Aún de espaldas dijo en un susurro con tono de diversión. Dejó la prenda sobre su bolso para volver a él y a la unión con una de sus manos, con la arena cálida debajo de sus pies dejó que la guiara.

—Jamás serás una molestia, Gwen, no te preocupes. Además, papá siempre se queja de que tienen demasiada ropa, así que...— Se encogió de hombros, pensando que en realidad sí vendría bien otra presencia femenina en la casa. —No pensaba regresarte, pero supongo que tampoco estaría tan mal que tu hermana me pagase por retenerte aquí. Podría manipularla y así comparte muchas cosas.— Razonó, echándose a reír después porque lo que acababa de decir era una pavada.

Cuando se quiso dar cuenta, se encontró con Gwen desvistiéndose. Era estúpido que aquello lo pusiese tan nervioso, siendo que fue él el de la idea de bañarse, pero ciertamente, el chico no había evaluado del todo las implicaciones de su sugerencia. Aún algo turbado, se deshizo de la camiseta, y decidió que el pantalón no podía quitárselo. —Nadie vendrá, tranquila.— Para cuando habló, ya había recuperado la compostura y podía parecer seguro de lo que decía.

Gwen volvió a tomarle de la mano, y él se esforzó por no mirarla demasiado, así que mejor perdió su vista en el horizonte. —Me alegra que hayas venido.— Confesó, acercándose a besar su mejilla para después retomar su posición original, jugueteando con el agua entre sus pies. —Así, este lugar es mucho mejor.— Seguía pensando en que no debía mirar a Gwen en paños menores, así que distrajo su vista en cualquier otra cosa. Cuando el agua los cubriera hasta el pecho, podría dejar de preocuparse, pero antes de eso esperaría a que la chica se acostumbrase a la temperatura del agua. —¿Habías estado alguna vez junto al mar, así como ahora?— Podía ser que Gwen nunca antes hubiese visto el océano, y eso haría este momento aún más especial. Sonrió levemente ante esa idea, entrecerrando sus ojos ante el sol que aún quedaba en el cielo e ignorando deliberadamente que el distrito de Gwen sí tenía salida al mar.

Continuó caminando lentamente mar adentro a su lado.
—¿Seguro no me devolverás? No me estoy quejando.— Volvió a sonreír juntando los labios lo que volvía sus pómulos más pronunciados cuando lo escuchó asegurar que el lugar era completamente privado, especialmente porque, por algún motivo que desconocía, no quería que nadie más viera a Shane con menos ropa de lo normal.
Hizo un esfuerzo por no mirar demás pero no hizo falta quedarse observando detenidamente largos minutos para saber lo encantador que era su cuerpo.
También se esforzó por no sentirse apenada sobre ella misma, no debía sentir vergüenza junto a él, se dijo, y recalcó en el mismo pensamiento que sólo era ropa y sólo era su cuerpo, como si no representara un gran tema. Decidió entonces que era un tema menor y que era algo banal.
—Siento haberlo hecho sin avisarte.— Ladeó un poco la cabeza para permitirle a Shane mejor acceso a su mejilla, así recibió el gesto de cariño y al escucharlo decir que de ese modo el lugar era mejor sintió sus mejillas arder en rubor así que movió la mirada hacia el mar.
—Así como ahora, jamás.— Admitió soltando un suspiro. —En mi distrito hay salida al mar pero está toda cubierta por bahías y fábricas.— Explicó casi recordando en voz alta. A pesar de que su casa no estaba cerca de los puertos sabía y había visto alguna vez cómo era esa zona y no se parecía en absoluto a ése lugar, ni siquiera era comparable la belleza que se podía contemplar en esa playa con el ambiente frío, húmedo y nublado además de contaminado que se veía en las bahías del Distrito tres. Casi era un mal recuerdo que la hacía sentir distante, ni el agua en contacto de su cuerpo era tan fría como el recuerdo de ese lugar y no quería pensar en ello, quería concentrarse en lo que estaba viviendo.
Soltó entonces la mano de Shane para utilizar la propia en pos de abrazarlo. Lo rodeó con ambos brazos, fijó la mirada en sus ojos y tan sólo sonrió antes de eliminar el espacio entre ambos y reposar su cara contra su pecho, exactamente como la primera vez pero ahora podía sentir directamente el calor y la suavidad de su piel rozando su rostro y supo entonces lo que era sentir genuina felicidad, ese momento podía describirla a la perfección.

¿Devolverla? No por cuenta propia, claro está. Y se hubiera quedado pensando sobre eso de no ser porque se encontró con un pequeño inconveniente. Quién sabe por qué no se le había ocurrido imaginar lo difícil que sería contener su cuerpo teniendo a Gwen cerca, y con poca ropa. Shane tenía una gran fuerza de voluntad, pero al fin y al cabo, sí había cosas que iban más allá de él. Así que se limitó a tratar de que sus ojos no se perdiesen en la suavidad de sus curvas, o su estilizada figura.Y si lo hacía, trataba de no ser tan obvio.

Tenía la vista fija en el horizonte, pero lo que estaba haciendo era preguntarse cómo podía ser que tuviese tanta suerte. Cómo es que nadie antes había atinado a fijarse en la pequeña maravilla que ahora tenía tomada de la mano. Se dijo también que, ahora que la tenía no la iba a dejar ir.

La chica se disculpó por haber venido de improviso, y Shane soltó una carcajada —No me molestan las sorpresas, así que cuando quieras.— Le había tomado poco tiempo entender que no tenía sentido pedirle a Gwen que dejase de disculparse —además de que, era encantadora cada vez que lo hacía— aunque bueno, el comentario de Shane tampoco tenía mucho sentido, porque si realmente la raptaba, Gwen no podría volver a llegar de improviso.

Tenía razón respecto a que aquel momento era único, no sólo porque estuviesen juntos, sino porque sí era la primera vez que Gwen podía bañarse en el mar. Así que él tenía que hacer que fuese inolvidable, pero ¿cómo? Tampoco alcanzó a darle muchas vueltas al asunto, porque se le apareció otra sorpresa. Recibió el abrazo de Gwen como en un sueño; esas muestras de cariño tan espontáneas perfectamente podrían volverlo loco. La abrazó también, reposando sus manos en la cintura de la chica y apoyó los labios contra su cabello. Tal como la primera vez, deseó quedarse así para siempre.

Regresó a la realidad gracias a un oleaje que poco a poco se volvía más intenso. Sostuvo a Gwen con más fuerza, aunque no había de qué preocuparse. —Mira el atardecer.— Le pidió, en una voz tan suave que no sabía si ella podía escucharle o no. De todos modos, se movió de tal manera que Gwen quedase con la vista despejada hacia el horizonte, mientras el cielo iba escogiendo con total calma los tonos dorados que se colocaría.

No pudo hallar recuerdo más cálido en su mente. Incluso hasta el frío del agua no era exactamente frío, sino que resultaba refrescante y puede que el abrigo que resultaba el abrazo de Shane tuviera que ver en ello. Sin embargo eso no quitó que la vista era preciosa, casi de ensueño, nunca se hubiera imaginado ver algo así y mucho menos en persona. Encontrarse en un lugar cuasi paradisíaco no era algo fácil de conseguir donde vivía y allí, en el Distrito tres, siempre había estado bien y había sido suficiente para vivir y crecer, no se quejaba al respecto porque sabía que los distritos inferiores estaban mucho peor y además le interesaba todo lo que se producía en su hogar, pero aún teniendo eso en cuenta no pudo evitar sentirse más que afortunada por poder pasar ese momento en aquél lugar, y mucho más que agradecida a Shane por haberlo compartido con ella.
Simplemente todo era especial.
La marea hacía lo suyo aumentando y disminuyendo con la fuerza de las olas y cada vez que el agua llegaba a alguna zona de su cuerpo dónde aún no se había mojado, Gwendolyn se abrazaba al muchacho con algo más de fuerza casi como reflejo al contacto con el agua, aunque también era la excusa perfecta para no alejarse de sus brazos. Cuanto más tiempo le fuese posible estar así, mejor.
Sonrió contra la piel de su pecho, no podía no sonreír al caer en cuenta lo maravilloso que él era, maravilloso e increíble porque no podía creer cómo un día que había empezado tan mal podía desenlazarse de esa forma y eso era gracias a él, con su simple presencia parecía arreglar todo, su sonrisa hacía todo más ameno y seguro. Sin duda, nadie más podría lograr que un día de angustia terminara de aquél modo, y literalmente estaba terminando. Al oírlo susurrando con volumen tan bajo y en un tono tan dulce se estremeció, jamás podría negarle nada si lo hacía de tal forma y entonces procuró no hacérselo saber o quizás él lo usaría en su contra para que le hiciera de comer compulsivamente cosas dulces. Rió para sí misma ante el pensamiento y levantó la cabeza haciéndole caso a lo que le había sido dicho. Sin alejarse más que el movimiento de su rostro, fijó la vista en el crepúsculo. No había palabras para describir la belleza de tal escena, y pensó que era inútil tratar de describírselo con palabras, que lo mejor que podía hacer era prestar atención con tanto detalle como fuera posible y así lo hizo durante varios minutos, largos minutos que no parecieron tan largos.
Era ese momento del día en el que inadvertido el sol bajaba a una velocidad alarmante y de un minuto a otro los tonos rojizos se paseaban a matices más oscuros hasta alcanzar el destino fijo del atardecer, la caída de la noche. Nunca lo había apreciado de esa forma ni había sido consciente de ese acto de la naturaleza, quizás porque en el paisaje de su hogar no le era posible con tanta claridad como lo era allí, dónde el sol y los colores de éste se reflejaba en el horizonte del mar.
—¿Shane?— Lo llamó musitando su nombre tan bajo como él le había hablado antes. Completamente fascinada y entretenida con la escena frente a sus ojos, sin poder quitar la vista de ésta, pero sólo hasta que recordó lo único más hermoso que había visto alguna vez. —Gracias por traerme.— Dijo sin más, porque no encontraba palabras correctas para agradecerle en la proporción en la que se sentía agradecida, tuvo que confiar en que su rostro se vería lo suficiente y bobamente embelesado para describirlo, y también tuvo que decidir que no le molestaría verse tonta delante de él, y si quería reírse de ello estaba bien, su sonrisa lo valía.
Volvió la vista a él, observándolo desde algunos centímetros más abajo como lo establecía la diferencia de alturas, pero no dejó que eso la desanimara, y prensó los labios conteniendo una sonrisa y marcando sus mejillas.

El astro rey hundiéndose en el mar siempre le había parecido un espectáculo digno de ver cada vez que era posible, pero esta vez estaba seguro de que no se perdería de nada, así que en lugar de mirar el atardecer, Shane tenía toda su atención sobre Gwen. Le gustaba fijarse en los pequeños gestos de la chica; la maravilla que había en sus ojos frente al paisaje que se desplegaba ante ellos, y lo concentrada que parecía estar, como si quisiese aprenderlo todo de memoria. Le gustaba la gracia con la que batía sus pestañas, y que, cuando lo miraba, él realmente se sentía como el ser más especial del universo. Si hablábamos de los labios de Gwen, a Shane le parecían tan perfectos que fácilmente podía caer de rodillas ante ellos, y lo mismo con el resto de los rasgos de la chica.

La estrechó un poco más entre sus brazos, reposando su mejilla contra la cabeza de ella. Aquel momento no podía ser más perfecto. Se dio cuenta de que se equivocaba —como ya le había pasado alguna vez antes— cuando Gwen dijo su nombre, para agradecerle. Sonrió ampliamente, acariciando una de las mejillas de ella con sumo cuidado.

—Gracias por venir, también.— Y sin poder contenerse, buscó los labios de la chica, besándola con tanta ternura como necesidad. Perfectamente pudo haber perdido la cordura en ese beso, mientras sus labios bajaban para recorrer el contorno de la mandíbula de Gwen, y luego su cuello; de no ser porque una ola demasiado fuerte le hizo perder el equilibrio. La marea no tenía intenciones de ser benévola con ellos, así que rápidamente terminaron empapados. Shane rió, tomando a Gwen de la mano con fuerza.

—Perdona.— Sacudió un poco la cabeza para que deshacerse del agua salada de su rostro. —Quizás, sea mejor que salgamos de aquí.— Admitió, con cierta tristeza. —Hoy no era el mejor día para un baño, pero si quieres, prometo traerte nuevamente, alguna vez.— Sonrió tímidamente. —Para esa vez, traeremos trajes de baño y toallas...— En dos segundos había armado todo el panorama, pero logró darse cuenta de que había otra prioridad ahora, y era salir del agua antes de que las olas volviesen a botarlos. Con un movimiento ágil, cogió a Gwen en brazos, cargándola como se veía que se hacía con las recién casadas en las películas. De esa manera, pronto estuvieron de regreso en la arena, dónde depositó suavemente a Gwen de regreso en el suelo. Besó su frente y le entregó la camiseta que él había estado llevando. —Sécate con eso— Y tenían que ser rápidos, porque pronto se quedarían sin visibilidad, en cuanto terminase de oscurecer.

Al sentir sus labios sobre los propios los recibió con entusiasmo y no hizo falta siquiera pensarlo una vez para corresponderle e intentó estirarse hacia arriba para alcanzarlo con tanto esmero como énfasis hacía en la intensidad con la que lo besaba de vuelta.
Sabía que la vista era hermosa y única pero en ese preciso instante toda su atención se vio reducida a él, le resultó imposible meditar sobre otra cosa que no fuera la dulzura de su boca o la suavidad de su labios y eso sólo si se reducía a un beso porque de empezar a divagar sobre el resto de su cuerpo y más aún sobre su persona, Gwen podría haberse ahogado allí mismo y nunca enterarse sobre ello. Lamentablemente, o por suerte, el mar los golpeó casi literalmente separándolos al menos de su beso y mojándolos por completo. De repente se sintió como un gato mojado al pensar lo graciosa que debía verse empapada, aunque los gatos suelen tener algo más de gracia, pensó. Lo acompañó soltando una carcajada y recibió la ayuda no sólo porque adoraba que la tomara con fuerza sino porque realmente casi se cae por la fuerza de las olas actuando contra su cuerpo.
—¿Por qué te disculpas?— Preguntó curiosa, y preocupada, especialmente cuando notó un tono más apago de lo normal en su comentario siguiente. —Me encantaría volver, lo espero con ansias.— Dijo entusiasta, mucho más de lo que se hubiera escuchado a sí misma antes o al menos que lo recordase, y a pesar de que eso la sorprendiera un factor de la sorpresa era predecible puesto sabía que por y con Shane todo era distinto, y le gustaba que fuera así. De hecho le encantaba aunque muriera de pena a veces, como cuando la alzó con cierta facilidad, en el momento no supo si era bueno o malo por lo que se limitó a abrazarlo por el cuello hasta que salieron del agua y una vez en la arena y antes de que pudiera buscar su ropa se quedó mirando escéptica al muchacho. —Sí, claro.— Dijo y sonrió sarcásticamente. —Y luego tú andarás por la calle sin camisa para que todos puedan apreciar la perfección de tu cuerpo.— Esperó a que la brisa secara un poco la humedad en las extremidades de su cuerpo ya que la humedad de su ropa interior no se secaría tan rápido, aún así tomó su vestido y lo acomodó en su cuerpo para comenzar a abotonarlo. —De ninguna manera, no quiero que nadie más te vea semi desnudo.— Continuó aún con voz seria aunque la risa se le escapaba por momentos. —Mucho menos desnudo, no hace falta aclarar, ¿no?— Agregó antesde que él pudiera responderle, y a pesar de estar bromeando no podría negar que en sí mismos el significado de sus palabras eran completamente ciertos.

¿Por qué se disculpaba? Frunció el ceño, buscando una respuesta adecuada. Poorque... —No lo sé, me pareció que venía bien una disculpa— Bromeó, echándose a reír. —Aunque bueno, también era por haber perdido el equilibrio y dejado que te empaparas— Se encogió de hombros, restando importancia al asunto. Gwen accedió a regresar, y aquello fue suficiente para que la sonrisa del chico se hiciese eterna en sus labios, más que nada por el entusiasmo que había demostrado Gwen ante la idea de salir con él.

Salieron del agua, pero ella se negó a aceptar la camiseta de él para secarse —¡Iba en serio!— Se excusó. —Me la iba a colocar después, si tan mojada no iba a quedar...— Agachó la cabeza, como niño al que acababan de regañar, aunque terminó riéndose ante los razonamientos de Gwen. —Ya, creo que yo tampoco quiero que me vean así, así que puedes estar tranquila, por ahora— Bromeó, igual. De todos modos, él sí usó la camiseta para secarse un poco antes de colocársela, y también se quitó los pantalones empapados, los estrujó para quitar el exceso de agua y volvió a colocárselos. No hizo el esfuerzo de colocarse sus zapatos, así que simplemente los metió dentro de su mochila.

Cuando estuvo listo, Gwen todavía estaba abotonándose el vestido, así que se acercó para hacer eso por ella. —Eres muy lenta— Se quejó, aunque en realidad, era su excusa para poder ponerle las manos encima. Al terminar, se dio el lujo de mirarla de arriba a abajo, asintiendo, satisfecho con su trabajo. Y sonrió de medio lado, sabiendo que aquello haría que a ella le ardiesen las mejillas. —Vamos a casa, y no tienes derecho a replicar— Volvió a bromear, pero guiñándole un ojo esta vez. Con 'casa' se refería a la de él, por supuesto. Cargó todas las cosas en un hombro y con el brazo libre rodeó a Gwen por la cintura, emprendiendo el camino para salir de aquel pequeño paraíso.

—¿A que ha sido genial?— Tentó, por decir algo, mirándola de reojo. —Mi casa no queda tan lejos, es un par de calles adelante. Y no entraremos por el restaurante, así que no tienes de qué preocuparte— Porque si hacían una aparición tan pública, estarían hablando de ellos de por vida.

Cuando su vestido aún estaba a medio abotonar decidió dejar en pausa esa tarea para pasar a ponerse el resto de la ropa que había dejado sobre su bolso, medias, zapatos y demás. De esa forma podía mantener la vista ocupada en otra cosa que no fuera el cuerpo de Shane mientras se alistaba, no porque la pusiera nerviosa cómo incómoda sino porque se ponía nerviosa por lo muy curiosa, e interesada, que se encontraba al tenerlo cerca. Al menos así logró controlarse unos minutos hasta que quiso volver a terminar con su vestido, tarea con la que podía observarlo de reojo, pero ahora era él quién se acercó a ella y reemplazó sus manos con las propias alegando que estaba tardando mucho. —Lo siento.— Contestó apenada pero pronto comenzó a acomodar su cabello, o eso intentó, cosa que dejó de hacer al oírlo.
No sólo cayó porque él le dijo que no podía decir nada, hasta su propio cuerpo la traicionaba quedándose en silencio y observándolo con expresión entre sorprendida y asustada que cortaba sólo para parpadear aún sin saber bien qué decir.
Lo observó tomar los bolsos con familiaridad y la abrazó por la cintura y a pesar del contacto que normalmente la hacía sentir segura, en ese momento sintió nervios, de esos cercanos al pánico. —Completamente maravilloso.— Intentó retomar su comentario pero sin lograr ocultar su pena, aunque él le asegurase que no los verían entrar de todas formas era su casa, dónde estaría su familia, la gente a la que él le pertenecía realmente, no a ella, al menos no si ellos no están de acuerdo. —¿Estás seguro? ¿Y si no les gusto?— Se aferró con necesidad a su cintura, altura a la que llegaba a abrazar, y le siguió el paso no muy segura de querer llegar. Sabía que la familia era un asunto más que importante, especialmente para alguien como Shane que, a diferencia suya, no sólo tenía una familia más numerosa sino que de algún modo más unida.

Apenas la oyó disculparse, se sintió culpable; pero en lugar de arreglarlo, lo que hizo fue empeorar más la situación. La expresión compungida de Gwen le torturaba, así que se obligó a decir algo que la dejara de preocupar. —No quería...hacerte sentir incómoda, lo siento.— Pensó que con un beso lo compensaría todo, así que eso fue lo que hizo. —Y lo de que no podías replicar era broma, porque en realidad me encanta oírte hablar.— Aún podía adivinarse en su voz el tono arrepentido.

Comenzaron a caminar. Iban abrazados pero aún así Shane podía sentir la incomodidad de Gwen. Para romper el hielo, hizo la primera pregunta que se le pasó por la cabeza y se alivió un poco al oír la respuesta de Gwen, aunque su problema no se había resuelto. Buscando otra solución, le explicó que no faltaba tanto para llegar, y que si no quería que fueran vistos no tenía de qué preocuparse.

—Claro que estoy seguro— No terminaba de entender del todo el por qué de las preguntas de Gwen. —Para mí eres perfecta. Así que lo más probable es que te adoren.— Así que eso era. Shane no había tenido que pasar por aquel tema de conocer a la familia de Gwen, así que quizás por eso iba tan tranquilo. —Además, por lo que sé, a papá ya le caes bien, y mamá puede que sea medio recelosa al principio, pero confía plenamente en el buen juicio de papá. Además, en cuanto te vea cocinar le vas a encantar. Lo mismo ocurrirá con los gemelos, y Samuel. Michelle siempre me dice que quiere conocerte, y fantasea acerca de lo linda y simpática que eres.— Sonrió con ternura ante la inocencia de su hermanita. —Así que mientras te animes a jugar alguna vez con ella, todo estará bien.— Al terminar de hablar, se dio cuenta de que todo lo que dijo sí podía sonar un poco aterrador.

—Aunque entiendo si es que quieres ahorrarte toda esa lata por ahora.— Sonrió de medio lado, deteniéndose para mirar de frente a Gwen. Ya estaban casi en la puerta de su casa. —En todo caso, hoy uno de los vecinos tenía a su hijo de cumpleaños, así que probablemente todos mis hermanos andan allá. Y papá y mamá estarán ocupados en el restaurante hasta un buen rato más.— Se encogió de hombros y entrelazó sus dedos con los de ella. —Tú dime, princesa.— Pues no haría nada que ella no quisiera.

Si Shane aseguraba que todo estaría bien es porque realmente así sería, ¿verdad? Después de todo nadie más que él conocía mejor a su familia y sabía que podía confiar en él así como él confiaba en que ellos la aceptarían, sin embargo eso no lo hizo menos aterrador porque en caso de que no sucediera de tal forma sería un gran problema. Uno enorme, de hecho, porque esto era realmente importante, porque Shane importaba demasiado como para tener que dejar de verlo por cualquier problema anexo.
La calmó un poco saber que su padre parecía tener formada una idea buena sobre ella, al parecer algo tan básico y cotidiano como haber aprendido a cocinar sólo por cuestiones prácticas se había vuelto un punto fuerte y a favor de ella mas no estaba segura fuese suficiente para satisfacer a la madre de Shane, y no la culpaba, en su lugar esperaría a una chica mejor de lo que una simple humana podía ofrecer para alguien tan encantador como él. En algún punto entendía lo difícil que debía ser la situación para su madre también, quizás por eso cocinar era un buen punto, ¿porque una madre se preocuparía por que su hijo esté bien alimentado?, se preguntó porque sonaba algo tonto pero sabía que era cierto. Aunque también entraba en riesgo el hecho de que eso fallara y lo último que quería ser era una decepción. Decidió que tales pensamientos debían quedar de lado porque tarde o temprano, y mejor temprano que tarde cuando cualquier otra cosa pudiese ponerse en el medio, tendría que enfrentarlo, no podía vivir toda la vida sin conocer a la familia de Shane, y sí, el pensamiento implicaba que él estuviera junto a ella toda la vida.
—"Linda y simpática".— Repitió tras él lo nombrara. —No le habrás mentido sobre mí, ¿Verdad? No quiero que se decepcione. Y claro que puedo jugar con ella.— Sin darse cuenta al respecto sonrió ante la idea de pasar tiempo con su hermana menor, quizás porque por experiencia propia sabía y entendía lo que era ser la más pequeña, y no creía que con hermanos como los que tenía se sintiera sola como a veces lo hacía ella de niña pero de todos modos sintió que era lo mínimo que podía hacer y ciertamente le entusiasmaba la idea.
Se armó de valor y convenció a si misma que no era tan aterrador como parecía aunque los nervios quedaran latentes porque claro, engañarse a uno mismo no es cien por ciento posible, pero lo ignoró. Y más fácil fue ignorarlo al saber que tendría un tiempo hasta conocer a los demás miembros de la familia, hacerlo progresivamente sería mucho más tranquilo que encontrarlos a todos juntos al abrir la puerta. Rió al pensar en esa imagen y tomó su mano con firmeza.
—Te sigo.— Oprimiendo el miedo existente en ella y asintió segura, tanto como intentó hacerlo sonar en su voz y en caso de esta no ser suficiente, le sonrió pronunciando sus mejillas con intensidad y determinación.

Negó con la cabeza, él había decho la simple y pura verdad.

—¿Ves? Al no querer que se decepcione, demuestras sí eres linda y simpática. Y también al aceptar jugar con ella.— Sonrió ampliamente, depositando un gran beso en las encantadoras mejillas de Gwen. Por nada del mundo se perdería eso de que sus dos chicas favoritas jugasen juntas. Continuaron hablando un poco más, hasta que Gwen accedió finalmente a acompañarle. Shane soltó una carcajada de pura alegría. —Te dije que eras valiente— Recordó, ciertamente satisfecho de tener la razón.

Llegaron al hogar de los Rowe, donde el chico tuvo que abrir la puerta con un pequeño empujón. —Siéntete como en tu casa— Y se hizo a un lado para dejarla pasar, aunque no estaba entre sus planes el separarse de la mano de Gwen. —¿Tienes hambre?— La miró inquisitivamente un par de segundos. —Sugiero conseguir algo seco que colocarnos y luego ir por comida.— Una ducha tampoco era mala idea, porque tener la sal del mar encima no era muy cómodo que digamos. Guió a Gwen escaleras arriba, hasta su habitación; por ser el mayor, tenía el privilegio de tener una entera para él.

La casa estaba en total silencio a excepción del murmullo apagado proveniente del restaurante. Dejó los bolsos sobre su escritorio y le pidió a Gwen que le esperase un segundo mientras iba por algo seco para prestarle, porque probablemente el vestido que había estado llevando se había humedecido con la ropa interior y el cuerpo mojados. Regresó con otro vestido, era el regalo de cumpleaños que guardaba para su madre, quien por suerte era bastante pequeña y menudita, igual que Gwen, así que debería quedarle bien.

Él, por su parte, fue a su armario en busca de ropa seca también, tratando de apurarse para salir de ahí y dejar que Gwen pudiese cambiarse en paz.

No le hizo falta ningún espejo para saber que su rostro debía brillar en un todo rojizo burlón tras Shane hiciera mención de su valentía, y tal rubor no desaparecería tan facilmente.
Al observar el exterior de la casa así como por primera vez su interior automáticamente recordó a su hermana haciendo mención de cómo lucían los distintos distritos y cómo en ese mismo, en el cuatro, todo era mucho más cálido y pintoresco, y así fue exactamente cómo lo pensó, el lugar se veía por demás acojedor.
—Permiso.— Susurró en voz baja y tímida, sin alejarse del muchacho ni un momento y mucho menos soltarlo por lo que entró en seguida en pos de volver a abrazarse a él. —Estoy bien.— Respondió en el mismo tono y seguido asintió y lo siguió tal cuál él se lo indicaba.
Prestó aún más atención al entrar a su habitación porque ese era su lugar, le sería imposible memorizar de inmediato todo lo que había allí pero aún así lo intentó durante el tiempo que aguardó a que volviera.
Cuando escuchó la puerta abrirse, movió la mirada expectante, como si esos pocos minutos alcanzaran para haberlo extrañado. En seguida notó el vestido que traía con él, dedujo que era de su madre porque ciertamente no podría usar el vestido de una niña pequeña muy a pesar del peinado que llevaba todos los días o el detalle marinero que usaba normalmente en la ropa. Además, se sintió nerviosa al pensar si podría usarlo o en verdad si se animaría pero había algo más que la inquieta mas no sabía bien qué.
Había desabotonado su vestido y estaba a punto de sacárselo pero no lo hizo. En cambio y sin saber bien qué hacía o por qué, caminó tras Shane y cuando pudo lo tomó de una muñeca. No uso mucha fuerza dado que tampoco la poseía, y rápidamente bajó su mano hasta la de él dónde entrelazó sus dedos mientras se acercaba a él en busca de sus labios y cuando llegó a ellos los besó con intensidad y dulzura, adoración, tanta como ella lo adoraba a él.

Aunque lo último que deseaba era alejarse de Gwen, sí pensaba en dejarle espacio para que se cambiase tranquilamente pues, según entendía, las chicas necesitaban intimidad para realizar ciertas cosas. Así que lo que tenía que hacer él era simplemente coger lo necesario e irse unos cuantos minutos, pero la verdad es que se le estaba dificultando bastante el hecho de apenas concentrarse. Su mente, traviesamente vagaba entre los momentos que acababan de compartir y la perfecta silueta de Gwen. A cada segundo, Shane se convencía de lo hermosa que era y de lo mucho que anhelaba sus caricias, sentir la suavidad de su piel contra la de él. La necesitaba tanto que casi dolía.

Y, como si la hubiese llamado con el pensamiento, ella apareció junto a él tomándolo de la muñeca. Por un momento, se sintió culpable de haberse permitido fantasear así con ella, pero aquellas preocupaciones se esfumaron en cuanto sus labios se unieron en uno de los besos más extasiantes que probó jamás. Todo el amor que se tenían estaba allí, y sabía a gloria.

No se le pasó desapercibido el hecho de que Gwen estuviese a medio vestir, y aquello bastó para que decidiese cambiar de posición con tal de conseguir que la espalda de ella quedase contra la puerta del armario que tenían junto a ellos, de modo que él con su cuerpo terminaba de acorralarla. Sin atreverse a interrumpir aquel beso, permitió que sus manos viajasen libres pero tímidas sobre la figura de Gwen. Su mano derecha fue a sujetar dulcemente la cintura de la joven, mientras que la otra delineaba el contorno de sus caderas, subiendo para quedarse jugueteando con uno de sus senos.

Sólo cuando sus pulmones demandaron aire pudo separar sus labios de los de Gwen, y se esforzó por disimular su respiración agitada. La miró intensamente durante unos cuantos segundos. —Yo...— Pensó en disculparse, en el caso de que su actitud fuese inadecuada, pero al mismo tiempo se halló incapaz de detenerse, y menos de pedir perdón por algo que estaba disfrutando tanto. —Te amo— No tenía nada más que decir, pero tampoco se movió de su posición. Ambas manos ahora sostenían la cintura de la joven con firmeza, y lo más probable es que, al estar tan cerca, ella sintiese perfectamente el torbellino de sensaciones que lograba desatar en Shane.

Pensó que puede no fuera ni el momento ni el lugar indicado para dejarse llevar por la necesidad del contacto con su cuerpo, debían cambiarse la ropa húmeda para no enfermar, ¿Cierto? Y al mismo tiempo le resultó difícil de considerar cuando la imagen del cuerpo de Shane, el perfecto y esculpido cuerpo de Shane volvía a aparecer frente a ella, aunque fuera sólo para cambiarse de ropa, sintió que no era justo verlo de tan cerca y no tenerlo para ella.
Para su suerte, él no la alejó al buscarlo y correspondió su beso, pronto Gwen se perdió en el. En como la hacía sentir segura y querida, en la suavidad de sus labios y en la pasión con la que se besaban. Tan perdida en ello estaba que casi no notó cuando se encontró acorralada entre la puerta del placar y el cuerpo del muchacho y no le molestó en absoluto, entre más cerca estuviera de él, mejor. Y si el beso en sí mismo había bastado para modificar su respiración volviéndola más pesada y al mismo tiempo acelerada, cuando sintió las manos de Shane sobre su cuerpo el corazón le dio un salto y comenzó funcionar alteradamente.
Intentó calmarse, pero no podía hacerlo cuando el pecho le ardía ante sus caricias, porque solo un par no era suficiente. A pesar de la vergüenza que pudiera darle, ya que estaba convencida que su cuerpo no era ni siquiera próximo a lo hermoso que lo era el de él, aún así quería que sus manos nunca se despegaran de la piel propia. Justamente, cuando notó las caricias sobre uno de sus pechos pensó que moriría de la pena pero recordó que no debía preocuparse porque era Shane y si era él estaba más que perfecto, entonces podía dejarse llevar por lo bien que se sentía.
Cuando sus labios se separaron se mordió el labio inferior para no mostrar ningún jadeo pero su cuerpo la traicionaba al mostrar lo mucho que él la influía y la mirada que compartieron fue suficiente para hacerlo notar y probablemente también, la sonrisa que se dibujó en su rostro al oírlo hablar. —Yo más.— Respondió segura, algo divertida y algo provocadora. Llevó una de sus manos a su pecho dejándola caer por este y tocando cada centímetro de piel posible, contemplando con el tacto la formación de la zona. Y la otra mano la llevó hacia su cuello por dónde lo abrazó para volver hasta sus labios.