En algún lugar del distrito 3; 11:20 am
[privado]

La primera vez en toda su vida que salía de su distrito. Por alguna razón, su padre había decidido que ya era hora que él le acompañase en uno de sus viajes al Capitolio. Shane, aún y sus reparos en cuanto al trabajo de Neil, y al Capitolio mismo, jamás se hubiera negado a un viaje así. Había demasiado por conocer como para decir que no.

No era un viaje directo; y esa era la mejor parte, porque tenían planificado detenerse en unos cuantos distritos antes de llegar al Capitolio en sí, dado que su padre tenía unos cuantos asuntos que resolver por aquí y por allá. Ya habían atravesado todo lo que les restaba de su propio distrito, y también el distrito dos. Mentiría si dijera que luego de aquel trayecto, Shane estaba repleto de hazañas para contar, como decían los libros; pero al fin y al cabo sí había sido un viaje entretenido, de lo más interesante. Jamás hubiera imaginado que resaltaban tanto las diferencias entre distritos, ¡y eso que apenas había visto dos!

Aquella mañana arribaron en el tecnológico distrito tres. Shane lo observaba todo con curiosidad, tratando de absorber la mayor cantidad de información, tratando de comprender a aquellas personas. Su padre le dejó en libertad —aunque con la obligación de hallar un buen lugar en dónde comer— mientras él iba a quién-sabe-dónde.

Shane dejó su mochila en el suelo, apoyada contra sus piernas mientras buscaba algún punto de referencia desde el cual comenzar a recorrer, pero ni siquiera tenía un mapa, y aparte de estar más o menos perdido, todo el que lo viera se daría cuenta de que era cualquier cosa menos un lugareño. Suspiró y comenzó a caminar sin rumbo fijo, esforzándose para no olvidar los lugares que iba recorriendo, para poder regresarse después. Luego de un rato, creyó encontrar a alguien que no lo miraba como si fuese un bicho raro, así que finalmente se atrevió a ir a pedir un mapa, o al menos alguna indicación.

A veces salir temprano de clases resultaba sumamente aburrido, la media mañana resultaba ser un horario en el que la gente se movía casi por inercia y por más que andaran en la calle la multitud era tan escasa o poco presente que resultaba ser una vista algo desolada, en algún punto, y de algún modo eso era lo mejor al mismo tiempo. Porque era un horario en donde ya fuese invierno o verano, el sol daba no muy fuerte y los rayos tibios se mezclaban con la brisa fría de la mañana, y cuando uno está encerrado en un salón de clases se pierde de disfrutar esa mezcla única, pensaba Gwendolyn. Ciertamente el trayecto hasta su casa o la tienda de su padre eran aburridos, más cuando el llegar a cualquiera de ellos significaba caer en una rutina más que aburrida. Atender clientes, hacer tarea, tomar pedidos de reparación, limpiar la casa, etc etc etc...¡No había tiempo para divagar! Y si divagar fuese una habilidad real, Gwendolyn sería la divagadora número uno, exactamente como lo estaba haciendo en ese momento en el que pensaba esto y aquello mientras salía del colegio indignada ante la idea de volver a su habitación y estar sola en su casa, aburrida a más no poder. E incluso eso era mejor que llegar a su casa y encontrarse con su hermana alardeando todo e día.
No. Antes de eso preferiría quedarse atendiendo la tienda de su padre, debía admitir que tratar con los llamados de la gente del Capitolio a veces resultaba hilarante y más de una vez había tenido que contener la risa en el teléfono. Avisó a su padre por mensaje que iría a ayudarle y así es que desviando a penas unas cuadras se adentró en la parte más céntrica del Distrito, donde la mayoría de las tiendas se ubicaban. No había mucha gente como lo supo desde un primer momento, nunca la había por este horario. Y su móvil vibró, era la respuesta de su padre diciendo muy claramente que no necesitaba ayuda alguna. Se quedó parada allí, en el medio de la vereda un momento pensando que dirección tomar. A veces sentía como si la gente pudiera percibir que en realidad no tenía nadie a quién ver ni con quién hablar y no es que en verdad le importara qué pensaran los demás pero le resultaba incómodo creer aunque fuera por un segundo que ellos lo sabían. Entonces se recordó que incluso el pensamiento era un poco tonto y una voz se le dirigió.
Parpadeó una, no. Dos veces, como sorprendida o como si recién saliera de su pensamiento. -¿Mapa?- Repitió prerrogando. -No sé dónde puedes conseguir un mapa.- Admitió encojiéndose de hombros. -Err...¿A dónde quieres ir? Podría indicarte.- Nunca había usado un mapa porque como siempre había vivido allí nunca lo había necesitado, pero sí sabía el Distrito de memoria y quizás eso podría ayudar.

Si aquella jovencita no lo había mirado extraño, definitivamente fue porque no se había dado cuenta de su presencia, que cuando se acercó a hablarle la tomó por sorpresa. Sonrió levemente, con la intención de no asustarla. No supo si funcionó o no, pero al menos la chica no lo echó de su lado y sí le respondió amablemente. El lado malo, era que no conseguiría un mapa. Bueno, eso podía arreglarse, se dijo Shane.

Por suerte, ella se ofreció a darle las indicaciones. Él sonrió a modo de agradecimiento, y buscó la manera de decir que no tenía idea dónde estaba parado sin que sonara demasiado idiota. Abandonó esa opción porque no se le ocurrió ninguna manera. —Bueno, acabo de llegar y…— Un rugido de su estómago se le adelantó, revelando sus intenciones. —Primero, me gustaría saber dónde podría comer algo— Hace un par de días que se les habían acabado las provisiones enviadas por su madre, así que no tenían oportunidades de sentarse en cualquier parte a comer.

—Y, si no es mucha molestia, que me dijeses qué lugares aquí vale la pena conocer— Se encogió de hombros, pensando en que los lugares que seguro recomendaría en su distrito serían la playa y el embarcadero, quizás el restaurante de su madre, que la gente solía reunirse ahí, pero nunca lugares como en donde se faenaban los peces y mariscos, a menos que te interesase el sistema con que se trataban, o quisieses trabajar ahí, claro.

Desvió su mirada, paseándola por el resto de la calle. No es que hubiese mucha más gente fuera a esa hora. ¿Dónde se habría metido su padre? Bueno, supuso que en cuanto lo necesitara, lo llamaría. Y regresó de golpe su atención a la chica, sintiéndose increíblemente maleducado. —Por cierto, me llamo Shane— Extendió su mano derecha hacia ella con una sonrisa, aunque luego se le ocurrió que quizás esa no era la manera de presentarse ahí, pero igual ya era muy tarde para retractarse. —Gracias por la ayuda— Eso, tendría que buscar una manera de regresarle el favor.

Sus labios se entreabrieron muy levemente antes de decidir siquiera si diría algo o no, entonces decidió esperar a que el muchacho terminara de hablar y entonces dar una respuesta que fuera útil lo cual siempre era todo un reto, especialmente cuando uno vive alienado en sus propios pensamientos como Gwendolyn.
Sintió el frío del viento sobre sus labios el instante anterior a recordar lugares cercanos para comer. -No eres de aquí, ¿Verdad? Del tres, quiero decir.- Se mordió el labio inferior pensando lo torpe que uno debía ser para enredarse con las palabras y que no se suponía que hablar a veces fuera tan difícil, quizás había algo mal con ella, al menos siempre lo había sospechado. Sin embargo no iba a dejar de hablar y salir corriendo, ¿O sí?. -¿De dónde eres entonces?- Sonrió amablemente en respuesta, de algún modo concluyó que de ser lo suficientemente molesta él podría seguir camino sin requerir más ayuda y ya encontraría alguien más que lo asistiera, y hasta sería sensato! Pero ya estaba allí así que seguir dandole vueltas al asunto en esa cabeza rubia no tenía sentido.
-Hay un par de lugares por esta calle y la avenida que corta a algunas cuadras de distancia...- Explicó entonces en tono pensativo, como si repasara los lugares en su mente mientras indicaba su lugar por esas calles. -Y para visitar...Emm...Hay varias fábricas que dan recorridos turísticos, especialmente las de ensamblamiento. No esperes ningún lugar bonito y natural, pero hay edificios de desarrollo tecnológico interesantes, supongo.- Sintió algo de pena al tener que admitir que no había áreas naturales para visitar, pena y enojo, si había algo que definitivamente no le gustaba de su distrito era la contaminación alevoza del lugar y seguramente estaba claramente ligado al hecho de que muchos conocidos habrían enfermado de ese ambiente poco oxigenado. Intentó disimularlo aunque no hizo falta mucho esfuerzo puesto cuando volvió su atención a la conversación la sonrisa se mantuvo con facilidad, igual de tímida pero un poco más acentuada. -Gwendolyn. Y no es nada.- Dubitó un momento pero igualmente tomó su diestra con la propia a modo de saludo, primero su semblante gesticuló algo de esa duda y pena, pero junto el saludo de manos su rostro se volvió más ameno, y con suerte, menos tímido.

Luego de titubear un poco —diablos, qué inepto se sentía— logró decirle a la joven qué necesitaba encontrar: dónde comer y dónde ir a conocer. Luego de eso, debería poder apañárselas solo, ¿no?

Estaba en lo cierto sobre que saltaba a la vista el hecho de que él no pertenecía a aquel distrito, pues la chica lo descubrió al instante. Bueno, Shane no podía esperar otra cosa si el comportamiento más turista del mundo era precisamente pedir indicaciones. Negó con la cabeza, ya era obvio que era de otro lugar. —Soy del cuatro— Y sonrió, con cierto orgullo, pero básicamente correspondiendo la sonrisa de la chica.

Escuchó las indicaciones con especial atención, dándose cuenta por primera vez que no era muy bueno con las ubicaciones. Pero lo que realmente le sorprendió fue oír que no habían áreas naturales. Como si quisiera comprobar aquello, exploró con la mirada el lugar que les rodeaba, y con una sensación extraña en la nuca, decidió que aquella rubia decía la verdad. Bueno, tampoco es que tuviese motivos para mentirle, pero jamás se hubiera que hubiese un lugar así.

Por otro lado, el tema de las fábricas de ensamblamiento sí era interesante. Quizás ver cómo procesaban mariscos era de lo más aburrido, pero ver cómo se construían las tecnologías que ellos mismos podían usar después, era harina de otro costal. Casi diría que a Shane se le iluminó el rostro de la emoción.

Recordó que ni había dicho su nombre, así que se apresuró en presentarse, extendiendo su mano, y al mismo tiempo sintiéndose un poco tonto al hacerlo, así que lo disimuló dándole las gracias a la chica. Gwendolyn, se llamaba. Sonrió más ampliamente aún al enterarse de que “no había problema”. Bueno, esa era la respuesta estándar para cuando alguien te da las gracias, pero de todos modos se sintió bien.

—Entonces, que tengas buen día— Asintió, acomodándose la mochila sobre los hombros nuevamente, dispuesto a continuar su camino. Pero apenas dio media vuelta, sintió que de todos modos iba a perderse así que se detuvo en seco. Hizo una mueca con los labios, dudando entre volver a molestar a Gwendolyn o no hacerlo. Giró hacia ella otra vez. —Yo… eh. Falta todavía para que sea hora de almorzar— Y no importaba que ya comenzase a morir de hambre. —¿Podría pedirte que me enseñases un poco el lugar?— Sonrió tímidamente, pensando en que la chica estaba en todo su derecho si se negaba. Sólo si no estás ocupada, claro. Y si te apetece, no te sientas obligada a… guiarme— Y se calló, porque si seguía hablando parecería más bobo todavía.

Entonces Shane pronunció palabras claras en significado: era entonces cuando él seguía su camino tratando re seguir de memoria las vagas indiciaciones que le había dado. No es que no supiera que normalmente ocurría así pero por algún motivo, cuando Shane acomodó el peso de su mochila y libró paso al alejarse de ella la invadió un agridulce sentimiento de la mezcla entre pensamientos del estilo "¿Eso fue todo?" y "¿De verdad resulté de ayuda a alguien? Genial. "
Para ser honestos, se sintió un poco tonta cuando se encontró a si misma aún parada en el mismo lugar cuando el muchacho ya había dado unos cuantos pasos y según creía, continuaría su camino. Volvió a buscar su teléfono móvil y miró su pantalla esperando que hubiera algún mensaje o algo, pero no había nada más que la hora expuesta como lo estaba de costumbre.
Sin embargo no pudo evitar sentirse más tonta aún al oír la misma voz masculina recientemente familiarizada a sus espaldas. ¿Por qué le estaba dando la espalda? Gwendolyn volteó tan rápidamente como lo escuchó y con expresión sorprendida, no exactamente como había gestuado en primer momento, más que mezclado con su rostro pensativo este gesto sorprendido se teñía de...¿Pena?
-No estoy ocupada.- Respondió en seguida. En seco. Sin más qué agregar. Y sonrió de vuelta instantáneamente al verlo sonreír también, pero entonces consideró que debía actuar más apropiadamente si es que aún no había logrado que Shane pensara en lo rara que era, y es que pensó él estaba en todo derecho de deducir eso. Atenuó la sonrisa tímidamente e intentó sonar más calma, y de ser posible normal. -No sé los horarios de visita a los recorridos guiados pero cerca hay un parque y según ha dicho mi padre los parques de aquí son bastante dife.- Se cortó a sí misma al sentir algo en su cara, algo frío y húmedo y por sobre todo repentino. Una gota.
Llevó una mano a su rostro y la limpió pero pronto comenzó a caer más de ellas, apenas un goteo que de a poco se intensificaba. -Olvídalo.- Mufó con frustración, -Vamos, hay que cubrirse, aquí la lluvia es algo...ácida.- Se acercó a él en un par de pasos entre torpes y saltarines y lo tomó de un brazo jalándolo de este indicando la dirección en la que caminar.

No había sido tan complicado, al fin y al cabo, encontrar a alguien a quién pedirle indicaciones. Tampoco es que estas fuesen imposibles de recordar, pues encontraría dónde comer en aquella misma calle. Incluso se había enterado de los lugares que era posible visitar en aquel distrito. Le agradeció a Gwendolyn y con eso se despidió, planeando continuar su travesía. ¿Qué tan difícil podía ser ubicarse?

Bueno, se enteró pronto. A penas había dado un par de pasos, y la sensación de extravío era tan abrumante que se obligó a regresar con la jovencita rubia con la que acababa de hablar. Se tragó el orgullo y la pena, para volver a pedirle ayuda. Fue un poco torpe, pero al menos se entendió lo que quería decir.

¡No está ocupada! Casi celebró. Pero eh, que eso no terminaba de responder su pregunta. Alzó las cejas, confundido porque ella de todos modos sonreía, y antes de poder decir cualquier otra cosa, volvía a hablar, así que se concentró en prestarle atención. Aquel parque sonaba bastante bien, y se quedó esperando oír más durante unos segundos, hasta que se dio cuenta de que ella estaba en silencio otra vez. —¿Qué…?— Y luego se dio cuenta de lo que pasaba. Comenzaba a llover.

Shane ya había elevado su rostro hacia el cielo, con la intención de recibir la mayor cantidad de gotas posibles cuando Gwen tiró de él para que caminase. No puso objeciones, dado que era ella la lugareña, y por ende, la que sabía. Recién al ponerse bajo cubierto, él pudo salir de su aturdimiento, y miró a la joven. —Esta agua, ¿qué tiene de malo?— Ella había dicho que era ácida, pero ¿y qué? Desde niño que Shane tenía claro que la lluvia sólo era un factor que hacía más entretenidos sus juegos. Excepto cuando mamá no lo dejaba salir, claro, pero hace mucho tiempo que aquello había dejado de ocurrir.

Hizo una mueca, mirando con cierta nostalgia cómo a cada segundo llovía más y más. —¿Qué hacen entonces, mientras llueve?— Quiso saber, esperando que la respuesta no fuese simplemente “esperar a que amaine”.

Juntó y arrugó los labios, pensativa, buscando palabras que no sonaran tan estúpidas o paranóicas para explicar qué podía estar mal con la lluvia. -Contaminación.- Dijo tan rápido como la palabra apareció en su mente aunque era consciente que esa no era una explicación muy amplia.
Al moverse algunos pasos había arrastrado a Shane hasta la puerta de un negocio donde un pequeño techo sobre la entrada alcanzaba para cubrirlos si se mantenían parados en el pequeño diámetro de extensión de techo. Entonces soltó el brazo del muchacho y aunque intentó ser disimulada estaba demasiado incómoda con su propio cuerpo y su propia torpeza para hacerlo de forma inadvertida. Movió la vista hacia un lado de la calle murmurando -Emm...- Mientras intentaba explicarse un poco mejor o en verdad él podría empezar a pensar que ella estaba loca o algo. -No es que te vaya a quemar o matar si estas debajo de la lluvia. Sé eso.- Dijo en tono de 'no soy estúpida', pero su ceño se fruncía demasiado tímidamente para estar hablando desde la arrogancia. -Mi hermana dice que si estás muy expuesto a esta lluvia puedes enfermar de la piel y cosas así.- Dejó caer el peso de su cuerpo contra la pared, seguido de sus brazos cayendo a ambos lados de su cuerpo tras Gwendolyn tomara aire. -Normalmente me quedo abajo de la lluvia. Por eso mi hermana me decía eso de pequeña.- Dejó escapar una pequeña carcajada, como si recordara algo gracioso y entonces entonó una voz estridente y molesta. -"Gwen, Gwen, sal de abajo de la lluvia, niña, te harás más fea si te salen manchas en la piel."- Y no es que hicieran falta manchas en la piel o algo para que su hermana se jactara de su belleza y rebajara a los demás, pero era hilarante, y ridículo, y no podía ser más que un chiste recordarla pronunciar esas palabras. De hecho, de algún modo era reconfortante que aún pudiera decírselas, de algún modo retorcido y quizás poco sano, pero después de haber quedado seleccionada para los juegos pasados, era un milagro que su hermana estuviera ahí. -Casi siempre que llueve estoy en el colegio, o en casa, o en la tienda de mi padre. No sé qué hace la gente cuando llueve, lo siento.- Se disculpó pensando que quizás él esperaba algo más entretenido pero para la gente del Distrito tres la lluvia no significaba mucho, al menos para ella. Es decir, le gustaba, pero era una condición climática y no más, ¿O sí?
Volvió a fijar la mirada en Shane y para esto movió apenas la cabeza hacia un costado para observarlo con más facilidad.

La lluvia había decidido interponerse, y con los panoramas truncados, los jóvenes se vieron obligados a buscar refugio. —Contaminación— Repitió, pensativo, y fue todo lo que dijo mientras caminaban hasta encontrar un pequeño saliente de techo que bastaría para protegerlos del mal tiempo.

—Gracias— Musitó en voz baja, no porque Gwen lo hubiese soltado, sino que era una manera de medio disculparse, pues le parecía que él podría haber sido más útil si hubiese caminado por cuenta propia. Y como seguía sin comprender del todo, preguntó. La respuesta le sacó una pequeña carcajada, aunque sí alcanzó a suponer que la joven pudo ofenderse. —No quise decir eso— Se apresuró a corregirse. Frunció el ceño, pensando que tampoco tenía manera de explicarse. —Bueno, igual, lo más lógico cuando llueve es ponerse a cubierto— Se encogió de hombros, pensando ahora que eran sus preguntas las que no tenían sentido.

De todos modos, Gwen aclaró que la repetida exposición bajo la lluvia podía dañar la piel. Por un momento pensó en prevenir a su padre de aquelo también, pero supuso que Neil ya tenía que saberlo. Y se olvidó pronto de de aquello porque la imitación que hizo Gwen de su hermana le hizo reír de buena gana. —Hermanos... siempre se creen sabelotodos— Bromeó, aunque tenía bien claro que sí ocurría así. A él mismo siempre lo molestaban sus hermanos por tener una respuesta para todo.

—De todos modos, igual ella pudo haber estado mintiendo— Sugirió, pero se obligó a callarse; porque cuando Gwen preguntase la razón de su comentario, él no se atrevería a dirle que lo de "te pondrás más fea" no podía ser cierto, porque Gwen no era para nada fea. Lo que hizo Shane, entonces, fue cambiar de tema, indagando esta vez sobre lo que se podía hacer mientas llovía.

La respuesta nuevamente le hizo sonreír, pero básicamente porque ella se había disculpado. —En realidad, supongo que se hace como en casa; se pone a salvo lo que no tiene que mojarse, y se continúa lo que se estaba haciendo hasta donde se pueda.— Quizás él era el único tonto que se quedaba fuera hasta que tenían que ir a buscarlo porque su madre temía un resfriaado. Rió, encogiéndose de hombros. —No sé qué estaba esperando que dijeras, perdón. Al fin y al cabo, las cosas no pueden ser tan distintas entre allá y acá— Admitió, un poco desilusionado y encogiéndose de hombros.

—Pero sí hace mucho más frio que en casa— Bastante más, de hecho. Subió la cremallera de su chaqueta y escondió las manos en los bolsillos. —¿Tienes frío? Quizás, aunque aquí no nos mojemos, deberíamos encontrar otro lugar dónde quedarnos. Vamos.— Y ahora fue él quien la tomó del brazo, obligándola a caminar bajo los pequeños techos que los protegían de la luvia. No tenía idea de hacia dónde iban, pero eso podía resolverse en el camino.

Intentó no sonreír como idiota, al menos lo intentó, porque de todas formas no pudo evitar hacerlo al escucharlo hablar sobre los hermanos y no podía estar más acertado, pensó. Sabía que podía sonar típico y cliché pero realmente su hermana vivía como si supiera absolutamente todo y su palabra fuera más importante sobre todo lo demás. Aunque, consideró, no hacía falta ninguno de sus comentarios para pensar que quizás sí tenía razón cuando decía que era rara y que espantaba a los chicos, pero le daba gracia y más aún en ese contexto. —Los hermanos pueden ser malvados.— Y tras afirmarlo, rió divertida. —Aunque dudo que estuviera mintiendo, suele ser muy honesta. Además sí es cierto que hay gente que ha sufrido enfermedades relacionadas al agua contaminada, con respecto a lo otro...bleh, no sé. No creo que el agua ácida haga mucha diferencia.— Entonces recordó aquél vecino que si bien no sufría ningún tipo de enfermedad de la piel si había tenido problemas en sus riñones o algo por el estilo por el agua, así como también había gente que tenía condiciones graves respiratorias a causa de la contaminación.
Entonces se sintió algo culpable por escucharlo pedirle disculpas, no hacía falta, se suponía que ella le diera alguna respuesta clara, ¿no era eso lo que esperaba? Se mordió el labio inferior pensativa, decirle que no hacía falta disculparse cuando ella ya lo había hecho sonaría algo tonto. —No creo que haya tanta diferencia, tu debes haber visto más distritos que yo.— Intentó continuar con la conversación lo más normalmente posible cuando sintió a Shane tomándola del brazo para guiarla a seguir el paso, lo cual obedeció. —N-No, no tengo frío.— Podía sentir el clima frío con claridad y quizás sí tenía algo de frío pero no iba a admitirlo de ningún modo. —Si quieres podemos ir a mi casa.— Propuso como primera opción al pensar en algún lugar que los resguardara del clima y sin ser realmente consciente de ello tomó el brazo de Shane con más firmeza afianzando el contacto. —Por la lluvia. Hasta que termine, si no quieres no.— Dijo timidamente cuando notó lo que acababa de hacer e inmediatamente bajó la mirada al piso aunque sin quitar la mano en absoluto.

Por un momento pensó que lo de los hermanos malvados iba en serio, y se quedó de piedra, buscando la manera de rectificar aquello hasta que Gwen se echó a reír, y con eso, él también. Y por suerte, ella en lugar de preguntar, simplemente aclaró que ese no era el estilo de su hermana. Rió, negando con la cabeza con lo último que ella dijo, pero igual se guardó los comentarios.

Shane soltó algo así como un razonamiento medio filosófico explicando —para sí mismo, especialmente— que las cosas entre su distrito, y el de Gwen, las cosas no podían ser tan diferentes. Ella coincidió, y a Shane se le escapó una sonrisa gigante. —Quizás; es la primera vez que voy fuera de mi distrito, pero hace poco salimos del distrito dos— Ahí la diferencia más radical había sido en la vida que llevaba gente.

Pero la diferencia que él veía ahora, estaba en el clima. Trató de abrigarse con lo que tenía, pero al ver a Gwen, desistió. —No te creo.— Y enrolló la bufanda que había estado llevando él en torno al cuello de ella. Soltó una carcajada, safisfecho. —Una guía que se resfría no puede ser una buena guía— Esa fue toda la explicación que se dignó a dar. Ni tiempo hubo de hacer algo más, porque él había decidido que no podían quedarse ahí así que ya la estaba arrastrando hacia otra parte.

¿Dónde? Aquel problema lo había resuelto Gwen. Shane se volvió a mirarla. —¡Perfecto!— No se dio cuenta de lo bizarro de la situación hasta que Gwen misma hizo la aclaración. Enrojeciendo un poco, asintió, mostrándose de acuerdo. Para él estaba genial, porque en realidad no tenía ninguna otra parte dónde ir. —Bien, pero tú eres la que sabe el camino— Sonrió, dejando que ella pasase adelante, pero sin soltar su brazo. —Te sigo, capitana.

Notó el abrigo de la bufanda siendo puesta al rededor de su cuello y...cómo explicar lo que sintió entonces. Procuró que su rostro no se enrojeciera pero no podría controlar ni detener tal reacción, cuanto más lo pensaba más claramente podía sentir sus mejillas ardiendo. Pensó en decirle que estaba bien y devolverle la bufanda, después de todo ella estaba acostumbrada a estos cambios de clima mientras que él no pero a pesar de creer con convicción que estaba siendo una pésima guía, las palabras de Shane resultaron confortantes de todos modos. Además gracias a la cercanía de la bufanda con su rostro podía percibir con claridad el perfume impregnado en la tela. Era desconocido, sin mucha ciencia apenas hoy había conocido a Shane y justamente era suya la fragancia. Era una tontería, pensó Gwendolyn, pero hasta hacía no muchos años aún buscaba la ropa de su madre y dormía sobre las prendas porque aún olían como su madre y no había forma más vívida de recordar a alguien que cerrar los ojos y sentir su perfume. Cerró los ojos un momento, sólo unos segundos y ya podía recordar casi de memoria la forma del rostro del muchacho, del brillo de sus ojos y la silueta de su sonrisa. A pesar de tenerlo a su lado y de recién conocerlo la sensación de calidez y seguridad era similar, Gwen sonrió al percatarse de ello y más aún intensificó la sonrisa al escuchar su aprobación a la idea. —No es muy lejos.— Interrumpio la sonrisa en sus labios para explicarle y luego para soltar una carcajada, ¿acababa de llamarla capitana? tuvo que contener la risa para continuar explicando. —Vamos entonces.— Continuó caminando indicando desde el contacto con su brazo dónde doblar al llegar a una esquina. —Ya que te llevo a mi casa quizás podrías contarme un poco más sobre tí.— se animó a preguntar sintiéndose ahora un poco más en confianza aunque evitó el contacto visual directo, el tener que mirar al frente y guiarlos pareció como la excusa perfecta ya que incluso de haber querido detenerse a observarlo, por más raro que es fuera, no hubiera podido, no iban a llegar a su casa si no se movían y mucho menos y se quedaba parada abajo de la lluvia.

Había veces en que las cosas las hacía simplemente porque se le antojó, porque se le ocurrió que podrían resultar. Sin pensar demasiado; así fue cómo su bufanda terminó en torno a Gwen, y cómo él la guiaba hacia alguna parte en busca de refugio. Lo más sensato que hizo, fue aceptar ir con ella hasta su casa. Pero hubo algo mejor; algo dijo que la hizo reír. A Shane le gustaba aquel sonido.

Prestó toda la atención que tenía para poder comprender las explicaciones que iba recibiendo sobre la ubicación de la casa, pero lo cierto es que el mapa mental que tenía de la ciudad era bien deficiente todavía, así que aunque asintiera, no entendía mucho. Pero al menos confiaba plenamente en que si no se soltaba de Gwen, no se perdería. Igual el brazo se le hacía medio incómodo para caminar, así que sin más ni menos terminó tomándola de la mano, pretendiendo que no era necesario fijarse demasiado en aquel gesto.

—Ya sabes mi nombre y dónde vivo, ¿no es eso suficiente?— Bromeó, sonriendo de medio lado, pero con la vista perdida en alguna otra parte, mientras pensaba en algo interesante que contar. Poco antes de salir de su distrito le habían entrevistado; quizás algo de eso podía servir. —Ehm, tengo diecinueve años, trabajo en las mañanas y trato de ir a clase por las tardes. Somos cinco monstruos en casa, más mamá y papá. Soy el hermano mayor, el sabelotodo.— Sonrió. Lo había soltado todo de golpe, sí, pero es que tampoco hacía falta hacer más aclaraciones, ¿no? —Bueno, a mí también me gustaría saber un poco de hacia dónde estoy yendo… Y con quién— Sugirió tímidamente, como queriendo insinuar que lo llevaban en contra de su voluntad, pero habló sin perder la sonrisa en los labios.

Llegó a considerar, segundos después, que quizás no había sido buena idea perguntar sobre él, sin embargo así es como la gente se conoce, ¿Verdad? ¿Preguntando?
Consideró aquello al sentir su brazo libre y se tensó por un momento, pero entonces Shane tomó su mano y subitó qué hacer al respecto, se limitó a dejar la mano quieta y entonces ella pudo escucharlo reír divertido lo cual la dejó relajarse, casi dejando escapar un suspiro de alivio.
Para cuando él comenzó a hablar Gwen aún fijaba la vista en el frente porque el piso estaba mojado, debía ver dónde había espacio para caminar debajo de los angostos techos sobre las puertas y a todo esto intentaba no tener que apegarse al cuerpo de Shane para que ambos entraran en perímetro dónde uno no se mojaría.
Su voz sonaba serena y alegre, contando sobre él, Gwen notó como detalle notorio, pequeños detalles sobre su vida que también prestó atención y entre palabra y palabra dejó que su mano se relajara lo suficiente para entrelazar sus dedos con los del chico.
—Si te lo dijera tendría que matarte.— Intentó sonar seria pero pronto soltó una tenue carcajada. —Además no pareces estar siendo secuestrado contra tu voluntad.— Continuó el ritmo unos cuantos pasos más en los que recapituló información que fuera importante para contar de su vida., la cual no consideraba tuviera mucho para contar pero no podía negarle saberlo, al menos no cuando lo había pedido con esa voz. —Dieciseis años, voy al colegio por la mañana y a veces ayudo en la tienda de mi padre por la tarde, vivo con él y con mi hermana mayor, aunque prácticamente vivo sola ya que ambos siempre están ocupados o de viaje.— Hizo una pausa. —Llegamos.—No faltaba mucho más para llegar a la puerta de su casa, de hecho ya habían pasado la esquina de esa misma cuadra y para cuando terminó de contarle esa información Gwen estiró la mano libre hasta la puerta de metal en la que marcó unos dígitos a modo de clave para que esta se abriese dejándole paso para entrar. Sin soltarlo de la mano pasó el umbral de la puerta obligándolo a entrar junto a ella.

Era un ingenuo, sin duda, pues creía cada una de las palabras que brotaban de los labios de Gwen. Aquel "tendría que matarte" le dejó de piedra por un segundo, hasta que ella se echó reír, y él con ella. ¡Claro! Si era él el que había empezado ese juego. Y bueno, por supuesto que no lo llevaban obligado. —Bien, prometo ser más convincente para mi próxima interpretación— Sonrió ampliamente, estrechando un poco más la mano de ella entre la de él, disfrutando aquel contacto.

La escucho hablar, concentrándose tanto en ella que por poco tropieza unas cuantas veces. A simple vista, sus vidas eran de lo más diferentes. Por más que quisiera, él nunca estaba sólo en casa, porque su familia era más numerosa —aparte de que el restaurante formaba parte de la misma casa—, y ella era más joven que él, aunque lo de trabajar y estudiar iba para los dos. Asintió, satisfecho de poseer ahora aquellos pequeños detalles, pero el momento de preguntar más vendría después. Continuó siguiéndola, procurando no pisarle los talones, o ir demasiado encima. De vez en cuando usaba su brazo libre para protegerse la cabeza de unas gotas rebeldes.

Vio con sorpresa cómo ella digitaba una clave para que se abriese la puerta. En casa, él tenía que forcejear contra una llave y darle una pequeña patada para que se abriera, porque por la humedad del lugar, la madera se había hinchado y no encajaba bien en el marco de la puerta. —Permiso— Agachó la cabeza para entrar. Le habían enseñado desde pequeño a siempre tener modales, y a estas alturas, era algo que ya no podía quitarse de encima.

—Gracias por dejar que me quede hasta que se pueda volver a salir. Ehm, ¿te puedo ayudar en algo?— Sonrió ampliamente. Reparó en que aún no soltaba la mano de ella, así que retiró cuidadosamente sus dedos, enrojeciendo un poco. Carraspeó. —Dijiste que siempre estabas sola; ¿Eso significa que sabes cocinar? Porque a mí me gusta comer— Era una broma, desde luego, la sonrisa de oreja a oreja lo indicaba, pero de todos modos aquella frase tenía algo de verdad.

Sentía que tenía la sonrisa pegada al rostro y hasta creyó que le dolerían las mejillas luego porque si quiera podía recordar la última vez que había sonreído tanto, a diferencia de Shane que parecía sonreír siempre, todo el tiempo, y no era una queja, al contrario.
No creyó que hiciera falta pedir permiso para entrar pero de todos modos él ya lo había hecho, en vez de decirle algo al respecto Gwendolyn prefirió callarse y mantener sus labios curvados en una sonrisa inadvertida que deshizo al notar ambas manos separándose, por algún motivo la hizo sentir incómoda, no de la situación en sí pero no igual de reconfortante tener la mano libre que unida a la de Shane y al pensarlo sonrojó sin siquiera poder intentar evitarlo.
Por un momento no supo bien qué hacer con su mano ahora libre hasta que la llevó algo indecisa hasta el bies de su vestido dónde cerró el puño con la tela entre los dedos. —Sí, sé cocinar. ¿Tienes hambre? Me encantaría cocinar para tí.— Dijo algo tímida y entonces se dio cuenta de lo que había dicho y como había sonado y lo que más la avergonzaba era que sonó exactamente como significaba. Entonces hizo un gesto sorpresivo, como si acabara de recordar algo. Volteó ingorando su propia pena y dirigéndose a la mesada que se encontraba a poco más de un metro. —No prometo ser muy buena pero...— Hizo una pausa mientras abría una de las puertas de la alacena que estaba sobre la mesada y sacaba una canasta, no muy grande y cubierta por un género blanco demasiado grande para ser una servilleta y demasiado pequeño para ser un repasador. —Ayer mi hermana se fue de viaje y siempre se queja de la comida en el tren así que cociné algo para ella pero no lo quiso, dice que engordan.— Explicó al mismo tiempo que tomaba la canasta entre manos y la llevaba hasta la mesa dónde la descubrió dejando a la vista una notable cantidad de pequeños muffins unos sobre los otros.

Las expectativas que había puesto en aquel viaje eran bastante altas, pero jamás se hubiese imaginado lo que le estaba ocurriendo ahora. Y la verdad, es que prefería esto a cualquier otra cosa que pudo habérsele ocurrido. Siguió a Gwen al interior de la casa y como ya no habían motivos para seguir tomándola de la mano, la soltó, aunque fuese lo último que quería hacer. Soltó lo primero que se le pasó por la cabeza, para deshacerse de aquel momento incómodo, y aquel comentario tuvo mejores resultados de lo que esperaba.

"Sí, sé cocinar. ¿Tienes hambre? Me encantaría cocinar para tí."

Se le iluminó el rostro por completo, como si esas palabras sonasen a gloria. —¿En serio? ¿No te molesta?— Por un momento se imaginó a su madre diciéndole que esa chica era especial. Sacudió la cabeza. —No quiero abusar de tí, más de lo que ya hice, déjame ayudar— E iba a insistir más, pero Gwen tenía otros planes. La siguió un par de pasos por detrás, y la observó tomar una canasta. Quiso decir algo sobre lo poco sensata que era su hermana, pero al ver los muffins, lo que salió de sus labios fue bien diferente. —Pues, que siga pensando eso, así hay más para tí— Sonrió de oreja a oreja, estirando su mano para alcanzar uno de los dulces. Lo alzó hasta la altura de su rostro. Olía exquisito. Miró a Gwen significativamente. —¿Puedo?— Y le dio un gran mordisco, al diablo los modales, al diablo el almuerzo que iba a tener con su padre. Terminó de tragar y soltó una carcajada de pura alegría. —¿Que no eres tan buena? ¡Está delicioso!— Era... Era como los que recordaba comer cuando era pequeño. Ahora sí podía decir que Auro adoraría a Gwen, si se daba el caso de que se conocieran alguna vez.

Juntó los labios con fuerza conteniendo una sonrísia vívida al ver su rostro iluminarse de tal forma al punto de hacerla repensar que estaba bien decir lo primero que pensara porque las reacciones de Shane no la incomodaban de ningún modo, no como le ocurría con la mayoría de la gente, ¿Desde cuándo la alegría ajena podía influirla tanto?
No recordaba que alguna vez le hubiese afectado el estado anímico de los demás, ni siquiera los de su familia. No es que no fuese cuidadosa cuando alguien está triste o que simplemente lo ignorase, por el contrario siempre fue tan educada y sensible al respecto como le fue posible, pero vivir tan alienada en sus propios pensamientos no requería sonreír porque alguien más lo había hecho, incluso más de una vez pensó que no estaba bien no sentir suficiente empatía por los demás pero simplemente no ocurría.
Hasta este momento.
Lo observó expectante probar el muffin, en silencio, y cuando lo escuchó hablar aunque no podía creer que en verdad le gustara, la invadió un sentimiento de satisfacción. —¿En serio te gustó? No hace falta que mientas, eh...— Advirtió con expresión aún divertida. —Aún es temprano para almorzar pero si quieres quedarte para ese entonces...puedo cocinar lo que quieras.— Se mordió el labio inferior así escondiendo una pequeña risa tras bajar la mirada tímidamente.

Parecía niño al que le acababan de regalar un pastel. Bueno, eso fue lo que ocurrió, pero aún con diecinueve años, Shane seguía siendo capaz de demostrar aquella felicidad arrasadora. De hecho, soltó unas cuantas carcajadas ante la incredulidad de la chica. —¡Claro! ¿Para qué iba a mentir?— Se encogió de hombros mientras terminaba de echarse a la boca lo que le quedaba del pastelillo. —No es que quiera conseguir algo, ni nada de eso. Bueno, sólo más muffins, si quieres darme. Pero si no me gustaran, no estaría pidiendo más— Razonó, con simpleza.

Después, Gwen sumó otro punto a la lista de cosas increíbles de la que era capaz. Esta vez, Shane sí se quedó sin saber cómo reaccionar, pues casi que quería ponerse a dar botes de la alegría, pero lo que no quería es que Gwen pensase que era idiota. Lo que hizo al final, fue coger cuidadosamente el rostro de la muchacha y aplastar sus labios contra la mejilla de ella. —Eres genial, ¿por qué lo haces? ¿cómo te lo agradezco?— Y es que en serio, no se lo creía, ¿por qué iba alguien querer ayudarle así? Se dio cuenta también, de que había algo especial en Gwen, que le hacía sentirse increíblemente cómodo. Por eso… por eso él actuaba así. No podía explicarlo, pero le gustaba, vaya que sí.

No confiaba realmente en sus habilidades culinarias, cocinar siempre se había reducido a tener que alimentarse sólo porque había que hacerlo y bueno, sí, comer a veces era genial pero ciertamente nunca se había vuelto objeto de agasajamiento, había intentado tener un lindo gesto con su hermana y así terminó. Sin embargo decidió creer en las palabras de Shane pues saber que de verdad había resultado de su gusto la indundaba de un extraño y sorprendente alivio, como si realmente importara lo que él piense y de hecho, sí importaba, aunque no entendía por qué.
Sintió la mano cálida del muchacho en contacto con la piel de su rostro y antes de que pudiera reaccionar o pensar algo al respecto los labios de Shane procedieron a sus dedos, siempre contra uno de sus pómulos los cuales, imaginó casi gráficamente, ardieron en rubor instantáneamente, y se congeló.
—No lo sé.— Respondió en seguida y lo más honestamente posible porque en verdad no sabía ni entendía por completo la situación, sólo sabía lo evidente, que él la hacía reír y reír junto a él se sentía natural, que el contacto con él era cálido y cómodo, y decidió no buscar algo más que agregar a su respuesta porque pensar en eso la apenaba más aún. —Puedes tener todo lo que quieras, no hace falta nada a cambio.— Atenuó la sonrisa sin siquiera notar la amplitud literal de su respuesta.

Acababa de conocerla, en una situación tan aleatoria que hasta era difícil de imaginar. Pero sin embargo, se comportaba con ella como si se conociesen de toda la vida; nada era realmente incómodo ni forzado. Gwen tenía algo que le hacía sentir tranquilo, genuinamente feliz. Vio cómo se sonrojaba y por acto reflejo algo similar ocurrió en sus propias mejillas. Sonrió atolondradamente, sintiéndose bastante torpe, la verdad. De todos modos, volvió a llevar su índice a uno de los pómulos de la chica, como queriéndose asegurar de que aquel color tan encantador era real.

—¿Sabes?— Su expresión se volvió un poco más seria, al tiempo que volvía a apartar los dedos y parecía perderse en algún recuerdo lejano. —Mi hermana tenía cuando niña, bueno, aún la tiene, una muñeca que se vé como tú ahora, con las mejillas rosas y el cabello dorado. Es bastante bonita.— Sonrió, encogiéndose de hombros y sin saber explicar muy bien el por qué de su comentario.

Gwen dijo algo que sorprendió más a Shane aún, de esas sorpresas que no entendías pero que daba gusto encontrar. —Gwen, ¿entiendes todo el poder que estás poniendo en mis manos al decir eso?— Alzó las cejas de manera divertida, y no porque esruviese malpensando o algo por el estilo, simplemente le llamaba la atención. —Pero quieras o no, hallaré la forma de retribuírte. Sacaré la basura, lavaré platos, limpiaré la casa, iré por la compra, lo que sea. Sólo déjame ayudarte— Y es que de otro modo, sentiría como que se aprovechaba de la buena voluntad de la joven.

Escuchó atenta al comentario, como si estuviera contando la anécdota más interesante que jamás hubiese oído, y es que aún sin comprender el por qué le surgía una curiosidad inédita ante cada palabra que Shane recitaba y toda información que diera sobre su vida, gustos, su persona, los encontraba importantes, era exactamente rellenar esos huecos que impedían el completo sentimiento de familiaridad que le generaba.
—Mis mejillas no son rosadas, ¿O si?— Más que en tono de queja sonó curiosa, varias veces, especialmente de pequeña, su hermana le habría dicho que parecía una muñeca pero nunca creyó que fuese un comentario positivo, al menos no lo era la índole de su hermana y eso lo habría dejado bastante claro múltiples veces durante su niñéz. Por otro lado, no podía encontrar en la voz del muchacho ese tono de maldad que su hermana solía usar en sus comentarios ofensivos, era un cumplido o algo así, ¿Verdad?
Cayó en cuenta de su pasado comentario cuando Shane respondió a este algo escéptico.
—¿Debería tener miedo?— Preguntó entre una sonrisa, pequeña e inadvertida. —Confío en tí.— Llenó un poco más la curvatura de sus labios con tanta inocencia como le era posible tener a alguien de su edad, y quizás desde la prudencia estaba haciendo una locura, después de todo mantenerse distante de la gente la habría mantenido a salvo hasta ahora pero también era cierto que hasta entonces nadie había sido tan...simple? con ella. Sí, simple debía ser la palabra porque sin mucha explicación ni necesidad de ésta lograba hacerla sentir simplemente cómoda y alegre, y la sensación que hablar con él le generaba era que así debía ser.
—Shane.— Lo llamó con voz calma, y aunque lo intentara ocultar, divertida. —Está bien, en serio no hace falta. Gracias por ser tan amable.— No estaba del todo segura cómo manejar la situación pero lo que sí podía asegurar es que cualquier tarea doméstica de las nombradas entraban en la lista de lo que solía hacer a diario y nunca le había pasado nada por hacerlas sola.
No quería hacerlo sentir incómodo, en verdad no quería, no sólo porque lo habría invitado a su casa sino porque no sabría como se sentiría desagradable cuando él le agradaba tanto.

Tan a gusto se sentía, que incluso se permitía compartir con ella comentarios que con cualquier otra persona que acabase de conocer, se habría guardado. Por suerte, Gwen no se lo tomó a mal. —Puees... sí lo son— Asintió un par de veces, sin poder contener la sonrisa.

Ella seguía repitiéndole que él podía tener lo que quisiese, y que no hacía falta algo a cambio. Y aquello tan simple, no le entraba en la cabeza, como si no pudiese ser real. —No de mí.— Respondió al instante, casi preocupado de que ella pudiese temerlo. Y que dijese que confiaba en él, le sentó increíblemente bien, lo suficiente como para que se le escapase una sonrisa de idiota, que le tomó tiempo controlar. Insistió en hacer lo que fuese, sólo para quedar a mano, para compensarla por su ayuda, pero Gwen seguía declinando amablemente sus ofrecimientos.

Shane fingió soltar un pesado suspiro. —Bien. Sigo creyendo que necesito darte algo a cambio, como... como para mantener un equilibrio— Frunció el ceño un segundo ante lo que acababa de decir, pero de todos modos continuó. —Así que haré lo que quieras, y si lo que quieres es que me quede aquí sentado sin hacer nada, pues bien— Se obligó a no sonreír ante su tontería, a parecer serio, pero quién sabe si le resultó o no. Miró a Gwen significativamente, esperando su respuesta, pero antes de que ocurriese eso, él ya se había echado a reír.

Negó y se llevó una mano hacia la nuca. Esto si que no sabía muy bien cómo explicarlo. Apretó los labios. —Es que, lo último que quiero es ser una molestia para tí. Y siento que si no hago nada, seré un inútil y por tanto una carga.— Agachó la cabeza, pensando en que quizás, lo que ocurría, es que no estaba acostumbrado a que hiciesen las cosas por él, y parecía que lo mismo pasaba por parte de Gwen.

Verlo sonreír de aquella forma tan efusiva le provocaba imitarlo aunque peleara contra su propio cuerpo para no hacerlo pues estaba convencidad que su rostro no se verpia igual de alegre y adorable como lo hacía el de Shane.
—Sí, quiero que te quedes sentado aquí sin hacer nada.— Fingió seriedad al igual que él pero inevitablemente siempre con un aire de diversión y una sonrisa amenazando con soltarse en su rostro.
Lo observó con atención llevar una mano hacia su cuello y cambiar un poco su expresión, antes de poder preguntarse qué estaría por responder su atención se posó en sus rasgos y cómo estos cambiaban tan expresivamente casi obligándola a mirarlo.
—Es que no entiendes.— Replicó con voz preocupada y se mordió el labio inferior pensando cómo ampliar su respuesta con palabras que no la hicieran ver como una estúpida. —No sé cómo explicarlo pero, err....Así no me siento sola.— Dubitó al no saber cómo decir lo que ni ella lograba entender por completo. —Me gusta estar contigo.— Antes de mover las manos nerviosa las llevó nuevamente hasta el borde de su vestido y tomó la prenda con fuerza estirándola un poco hacia abajo a modo de calmar su pena. Pensó, también, que probablemente una explicación más amplia hubiera sido acertada pero no sabía qué respuesta darle cuando simplemente quería que se quedara con ella haciéndola reír como tan sorpresivamente lo había hecho, como nadie más lo había hecho. Sin embargo no logró encontrar palabras para decirlo sin que suene tonto, ¿O había algo que ella estaba ignorando? ¿Acaso la gente encontraba por azar a otras personas que de repente las hicieran dejar de sentir sola? No creyó que sonara como algo que normalmente ocurriría.

Asintió, regresando a fingir seriedad en cuanto Gwen expresó sus deseos, siguiéndole el juego a la perfección. Aunque, segundos después, se sintió en la obligación de explicar el por qué de su insistencia. Era un motivo bastante simple; no quería sentir que estaba de más en aquel lugar.

La voz preocupada de Gwen lo sacó de sus cavilaciones internas, y volvió a mirarla, prestando tanta atención a sus palabras como si en ellas se encontrase la llave de los misterios del universo. Pero Shane halló algo mucho mejor que eso. A ella le gustaba estar con él. Y ante aquel pensamiento, una sonrisa más tímida se extendió por sus labios, como de esas que pones cuando te dicen un halago que no sabes cómo responder.

Se acercó más a Gwen y cuidadosamente separó las manos de ella de su vestido, enredándolas con las de él. —A mí también me gusta estar contigo— Ladeó un poco la cabeza y apretó los labios; ¿y ahora qué?. —Es por eso mismo que quiero sentirme útil. Así, después tienes menos motivos para querer echarme de aquí— Sonrió de oreja a oreja. Eso, no podía explicar por qué, pero si por él fuera, se quedaría para siempre en aquel lugar.