Estaba nublado. Curiosamente nublado, Gwendolyn pensó.
Ese día era el día de la semana en el que salía más tarde de clases y como siempre, no quería volver a casa, porque una vez que estuviera allí no querría salir al día siguiente de nuevo. Pero como de todas formas terminarían volviendo, tarde o temprano y más le valía temprano, decidió tomarse un tiempo antes de entrar a su casa y enfrentar una vez más ese sentimiento fúnebre que invadía su mente al estar en ése lugar se suponía tan familiar, tan materno. Y quizás ese era el problema, el recuerdo de su madre.
No iba a llorar, nunca lo hacía, de hecho, sólo se sentaba en un banco de esos que estaban entre el cemento de un boulevard de una avenida. A veces pensaba por qué nadie usaba esos banquillos, o en todo caso por qué los habían puesto ahí se nadie iba a usarlos, porque realmente estaba convencida de que debía ser la única que se sentaba allí a tener un momento insanamente reflexivo en el medio de una avenida poco transitada cuando el sol no tenía mucho tiempo arriba antes de que oscureciera. Podía pasar largos minutos en silencio con la vista perdida y los brazos al rededor de sus piernas en una posición proyectiva de si misma, preguntándose y analizando incontables veces cosas sobre la vida, especialmente sobre la vida en el Panem, si tenía suerte de haber nacido en el distrito en que nació o si era un castigo. Esas cosas pensaba, divagaba, se cuestionaba, pero ¿Llorar? nunca.
Justo como lo había pensado; al observar a ambos lados de la larga calle no había ni un alma vagando, no hasta que se percató de que alguien sí caminaba por allí, y no es que la sorprendiera que alguien caminara en la calle pues para eso existen, sin embargo esta persona lucía diferente, distinta a todos allí y sabía muy bien cómo, o mejor dicho, de dónde provenían esas prendas, esos gestos. Esta no era sólo una mujer caminando por la calle, eso no la hubiera alarmado.
Aún con ambas piernas sobre el asiento del banco y sus brazos al rededor de sus rodillas acercándolas a su pecho tanto como era posible, la observó de lejos pensativa, ¿Por qué una persona del Capitolio estaría aquí?

Mahé estaba tranquilamente en una habitación de su casa, delante del armario, eligiendo vestido para el programa de aquella noche. No sería interesante, por lo que la experiencia le dictaba que tenía que vestirse espectacularmente, para que su vestido llamara más la atención que sus propias palabras. Ya estaba cogiendo una camisa de un rojo intenso, con una falda de tubo negra y los accesorios del peinado, cuando una de sus ayudantes llegó con una carta. Era del productor. Cancelaban el programa de aquella noche. Por consiguiente debería irse al distrito tres a grabar un reportage más interesante. El distrito tres era el que se encargaba de la tecnología de todo Panem. Así pues iban a visitar a uno de los distritos más ricos, pero también más necesarios para el Capitolio. Mahé era consciente de que sin ese distrito, sin alguien especializado en la tecnologia, el Capitolio no sería ni la mitad de lo que era. Se giró hacia su compañera, Mirawel y con una ceja enarcada la miró - Prepara el equipo, nos vamos al distrito tres. - Por supuesto no era ella la que se encargaba de llevar todo el material. No, no. Ella ya tenía bastante preocupándose de su deslumbrante aspecto y de hacer bien sus entrevistas. Llevar los trastos era cosa del equipo técnico.

El helicóptero la llevo hasta el tecnológico distrito. Cuando le dieron luz verde bajó con total naturalidad, a pesar de llevar unos tacones de al menos 10 centímetros de alto. Pero daba igual, era la moda en el Capitolio, y ella las seguía, ya fuera por costumbre o simplemente por qué realmente le gustaban sus modas. El distrito estaba relativamente desierto en aquella hora. Podía oír el eco de sus tacones resonando en la calle, cuando llegó a una zona llena de bancos. - Parad aquí, haremos unas tomas de prueba. - DIjo a su soporte técnico. Las luces de las cámaras se encendieron, dándole a entender a la joven reportera que la estaban filmando. Su pelo estaba suelto, cayendo desordenado sobre su espalda y como elemento decorativo llevaba una corona - Nos encontramos en el distrito tres, distrito que se encarga del material tecnológico de todo Panem. - Pausa. Sonrió a la cámara número dos y miró hacia atrás. - Cortad. - Solo era una prueba, iba a ver si podía encontrar a alguien en aquel desiértico lugar que le pudiera conceder una entrevista, aunque fuera corta, de unos tres minutos. Caminó con aquellos bichos detrás suyo hasta encontrar a una chica rubia sentada en un banco. - Hola - Dijo sentándose a su lado con un aire natural, que contrastaba demasiado con su aspecto. - Te importa si te hago una pequeña entrevista? - Ahí estaba Mahé, tan directa como siempre, lista para sus espectadores.

Con qué naturalidad se acercó y le habló, Gwendlyn pensó automáticamente seguido de un ¿Qué está mal con esta mujer?
Tenía más que sabido que la gente del Capitolio se comportaba de forma peculiar y que les gustaba llamar la atención y por ésto no sólo se refería a su forma de vestir ni mucho menos, sino también a sus gestos y actitudes. Había tenido múltiples oportunidades de ver esta gente de cerca gracias a los trabajos diarios de la gente del Distrito y la cercanía de éstos con el Capitolio.
Ésta por ejemplo, era una muestra exacta. Aunque también debía tener que ver con el carisma propio de alguien que trabajara en medios de comunicación. Sin embargo, por más coherencia que le encontrara a la situación y todos esos detalles encajaran en su cabeza a la perfección, al escuchar la pregunta de la mujer Gwendolyn se congeló por un segundo.
Su boca se entre abrió como si fuera a hablar pero hizo una pausa y la observó, su semblante se torció, temeroso, y su mente hizo énfasis en 'pequeña'.
-Seguro.- Dijo finalmente, intentando parecer tan natural como antes la entrevistadora había parecido aunque sabía que las probabilidades de éxito en parecer natural para ella misma eran inexistentes. -Aunque no sé qué pueda aportar a tu...err, producción.- Sonó explicativa más que poniendo excusas. Buscó con la vista el equipo de cámaras a unos metros del banco y luego volvió a su companía con la misma expresión de entre asustada y preocupada.