Luego de haber estado toda la mañana somnoliento y distraído, Martian había logrado sobrevivir las horas de clases de la mañana. Ya habían pasado un poco más de las once cuando su última clase finalizó.
Pensó en ir directo a su casa pero en lo que tardaba en llegar podía pasar primero por su hermana, no es que ella no supiera volver a casa, en verdad sabía que sí podía y que no era un bebé pero a veces no podía evitar tener días de sobreprotección. Quizás los agentes de la paz en las calles, puertas de colegios y paradas de autobús se lo recordaron y aviváron ese sentimiento durante la mañana.
Además, su madre trabajaba con horario corrido y no estaría al medio día, sería aburrido llegar a casa y que no hubiera nadie para molestar, pensó.
Finalmente llegó a la salida del curso de Cassandra y esperó reposado contra una pared a que esta saliera de clases.

Mantuvo cierta distancia con la puerta del salón donde se encontraba su hermana, mas aunque no quisiera avergonzarla a sus compañeras no parecía molestarles verlo. De hecho, más de una le dedicó una mirada bastante observadora al salir luego del toque de la campana, pero entre esos grupos de niñas Cassie no aparecía. Martian decidió esperar y valio la pena, apenas unos minutos después, cuando el pasillo estaba ya casi completamente vacío de estudiantes la chica apareció detrás de la puerta.
-Hey.- Respondió al verla saludarlo, entusiasta, pensó, más de lo que esperaba. -Por fin has salido. ¿Clase pesada?- Preguntó mientras se incorporaba. -¿O siempre te tomas tanto en salir?- Ahora en vez de apoyarse sobre una pared se mantenía en posición erguida y rápidamente comenzó a acercarse manteniendo una sonrisa tenue y desapercibida en su rostro, así se movió hasta estar a pocos pasos.

Él resumió sus gestos a fruncir los labios y observarla por unos segundos. -¿Respondable? Já....- Intentó bromar, sonando irónico, pero luego recordó que sí era cierto y no iba a mentir, no al menos a su hermana. -Bueno, sí. No es divertido si dices cosas que son ciertas.- Y dejó escapar una carcajada de sus labios tras llevar una mano hasta uno de los hombros de Cassie. -Sólo salí temprano porque había actividades en los clubes así que suspendieron las últimas cátedras. ¿Te incomoda que venga a buscarte como cuando ibas a primaria?- Volvió a reír, pero esta vez era una sonrisa más cálida y tranquila, apaciguado por el recuerdo de la niña pequeña y la imagen de sí mismo también mucho más chico. Era sorprendente lo rápido que pasaba el tiempo y lo irónico que podía ser, porque perder un ser querido podía tomar solo dos segundos, o un segundo, o incluso menos, Martian pensó y sacudió la cabeza al hacerlo. No quería parar a pensar la posibilidad, no podía siquiera afrontar la idea de que eso sucediera. -Dame, monstruo, mira si te rompes.- Mientras se encaminaban a la salida, llevó su mano desde el hombro de la chica hasta una de las tiras de su mochila y la tomó. -¿Qué traes aquí? ¿Piedras? ¿Un muerto? - Bromeó una vez más llevándose la segunda mochila a la espalda.

Hizo un gestos con ambas manos, abriendo los brazos y bufando molesto, aunque divertido y eso era visible en la sonrisa que contenía frunciendo los labios. -¿Lengua? ¿En serio? Sí pareces que tuvieras cinco años, Cassandra.- Se dejó reír un momento, solo un par de carcajadas tenues tras llevar su mano derecha al hombro de su hermana. -Y para que lo sepas, conozco mucho más libros que tú.- Comentó con voz orgullosa. -Mis notas son muy buenas, soy ejemplar, por eso tus compañeras me aman.- Volvió a reír, esta vez ciertamente más divertido al recordar a las niñas que iban con Cassie a clases saliendo del aula y mirándolo de reojo mientras se susurraban cosas entre ellas que quién sabe qué decían, al menos Martian no lo sabía ni quería saberlo, pero el hecho le resultaba gracioso. -Al menos a ellas no parece molestarles que venga por tí, a mi tampoco. No prefiero que camines sola en la calle.- Admitió esta vez sonó un poco más calmo y serio. -¿Vamos por algo de comer?- Sus labios se curvaron en una sonrisa, tranquila y honesta al igual que su voz se oyó entonada. Finalmente llegaron a la puerta y él la abrió para que su hermana pasara y él detrás de ella.