Una mañana como otra cualquiera. El sol brillaba en el cielo, en su lugar, donde siempre había estado los días que las nubes no lo tapaban, e incluso los días que estas lo ocultaban de nuestra vista. El cielo, azul, aquella tarde habían decidido dejarnos una tregua y que disfrutaramos de un día soleado. En el distrito no había demasiado alboroto, en realidad todo era tranquilo, no había demasiado cambio de un día a otro. Los hombres que acudían a la mina, los niños a clases y las mujeres y quienes no conocian el interior humedo y negro de la tierra se movian por las calles del distrito con pesadez. ¿Cuanto faltaba? ¿Unos meses? Para quines nos habíamos librado de los juegos el año pasado, el tiempo pasaba demsiado rapido, dejandonos a merced de una nueva tanda, nuevas papeletas, mas teselas, y mas familias destruidas. Para quienes habían perdido un ser querido el último año, ya daba igual.Muchos padres sin hijos, y muchas personas sin hermanos, demasiado dolor se respiraba cada día en el distrito 12 y seguramente, en cualquiera de los demás distritos.

Yo intentaba disfrutar del sol, llevaba unos pantalones cortos y una camiseta que me quedaba demasiado grande de color azul, herencia de mi madre. Dejaba que los rayos de sol acariciaran mi piel e intentaba hacer de aquel día algo diferente. Iba camino de la pradera. No me vendrían mal unas plantas para la botica y de paso cogería unas flores para dar un poco de luz a la casa que compartía con mi padre, el cual estaría en estos momentos bajo tierra, jugandose la vida en aquella mina para que ambos vivieramos decentemente. Desvíe mis pensamientos, aquel no era día para entristecerse, era uno de esos días que dejaría volar mi imaginación. La pradera, las flores, apesar de poder ver la alambrada que rodeaba el distrito 12 a unos metros de mi, no me sentía encerrada, como si fueramos ganado, o un esperimento, allí no me sentía como si solo fueramos una caja con muñecos, no me sentía como si el capitolio fuera a aburrirse estirar su mano y extraer a dos nosotros para que fueramos sus bufones, allí me sentía libre en cierta parte.

No era un secreto, no al menos para mi, que la alambrada no solía estar electrizada, recordaba como jugaba con Brian y ambos tocabamos de ella sin ningún miedo, sin embargo, jamas fui lo suficientemente valiente como para cruzarla, como para ir mas allá y adentrarme en el bosque. No sentía miedo a ir allí, sentía miedo a ir sola, muchas veces me sorprendía a mi misma pensando que si tuviera a alguien valiente a mi lado que me animara a hacerlo, lo haría. Mis pensamientos volaban sin control, y casi podía imaginarme con mi amigo desconocido corriendo por el bosque, siendo libres, felices, y sin tener que enfrentarnos mas a los juegos, pero...eso era lo que todos soñaban aqui en el 12 no tenía nada de especial. Comence mi recolección de hojas, escogiendo las unicas necesarias de verdad, muchas de las que allí había dudaba que fueran útiles para algo. Cuando termine me dedique a la recolección de flores, todas las salvejes que por allí crecian.
No quería irme, al menos, no tan pronto. Me sentía bien en la pradera, sola, con mis pensamientos, mis ensoñaciones, solo con mis flores, así que me lo tome con calma, y comence a llenar el certo de mimbre viejo y sucio que había llevado conmigo. Preguntandome si ese, sería el último año que acudiría a la pradera a recolectar plantas y flores, o simplemente a tumbarme en la hierba a mirar al cielo.

Odiaba al Capitolio, y si realmente tuviera valor podría ser capaz de...de comenzar algo que seguramente nadie seguiría. Y no lo tenía, era obvio, carecía de valor, yo nunca me atrevería a nada sola, podía ser valiente o tener actitud, pero de que servía? Ni siquiera mis habilidades eran algo que pudiera mostrar sin delatar mis entrenamientos furtivos. Me deje caer en la hierba a escasos metros de mi cesta, con la última flor que había cortado entre mis manos. La olí y me deje caer hacía atras, dejando que mi cabello se esparciera en la pradera y que mi espalda tocara la hierba verde. Mire al cielo y cerre los ojos, ni siquiera me atrevía a suplicar porque mi nombre no saliera en la cosecha porque solo significaba que deseaba que saliera el de otra persona, posiblemente el de una niña, una probe niña que tendria muchisimas menos posibilidades que yo, pero no podía desear que ese fuera el año en que la menos de los Davis se iba para no volver, mi padre se volvería loco, y yo sabía que yo era la única razón por que la el seguía adelante.

Me incorporé con rapidez al oir unos pasos, sin embargo, no vi nadie a mi alrededor. Olí la for de nuevo hasta que distinguí una sombra a lo lejos, aquella tarde la pradera no sería solo para mi.

Me encontraba en la aldea de los vencedores. Últimamente pasaba la mayoría del tiempo allí. Escuche el golpeteo de unos nudillos contra la puerta, eso fue lo que me hizo reaccionar en el momento. Supuse desde un momento que era un agente de la paz, de seguro traía noticias del Capitolio.- ¿Si?..Pase -murmure sin ganas- Señorita Aniston.. el Capitolio ha sugerido que se dirigiera al Distrito 12. -Pronuncio con voz sería y sin ningún rastro de sonrisa en su rostro aquel agente de la paz que parecía no tener el más mínimo gramo de felicidad en su vida. Me puse de pie dejando de lado aquella silla a mi lado. Sin mostrar una sonrisa carraspee un poco mi garganta dispuesta a hablar.- ¿A que hora sale el tren?.. -Espeté acariciando la mesa, por ninguna razón en especial, simplemente era algo que hacía con regularidad.. acariciar la mesa por ninguna razón mientras pensaba que hubiera sido de mi vida sino hubiera ganado los juegos.- En dos horas, prepare su equipaje. -Dijo con la misma tonalidad. Sin agregar ningún detalle en especial, luego solo se alejo dejándome a mi, allí con maletas que preparar y una vida confortablemente lujosa.

Prepare mis maletas con cierta lentitud, últimamente la depresión me perseguía a todas partes, de aquí a allá.- Cielos, faltan 15 minutos! -Dije para mi misma, sonaba raro el hablar completamente sola, ya que mis hermanos y Jonh habían salido a cazar en la mañana. Aunque negaba mil veces que me había enamorado de él, lo estaba, sí. Aunque me costaba demasiado admitirlo frente a él. Sin saber como, ni cuando ya estaba en la estación de trenes del distrito 11. Sinceramente me encantaría saber la razón por la que él Capitolio al que tanto odiaba, me enviaba a diferentes distritos y jamas permanecía un mes entero en mi propio distrito.

Me senté en uno de los asientos del tren, sintiendo como el tren comenzaba su viaje. Abrí la ventana sintiendo la brisa jugar con mi cabello. Fue entonces cuando sentí que mis parpados recaían lentamente. Entonces fue cuando un sueño inundo mi dormitar. En el sueño si se le puede llamar así. Más que un sueño fue una pesadilla. Mi pesadilla trataba sobre los juegos del hambre, ya vividos por mi parte, el miedo recorrió mis venas. Fuertemente desperté llena de miedo, de golpe me puse de pie y tome mis maletas, el destino del tren se había vuelto una realidad. Jamas tuve una excepción por el alojamiento que me daba el Capitolio en cada parte de cada distrito. Suspire al llegar a la cabaña encomendada y elegida por ellos para mi, Romper las reglas fue y sera la esencia común de mi vida. Desempaque e inmediatamente escape hacía las llamadas "zonas prohibidas" en el distrito 12. Aquel era el bosque, uno de los lugares más puros del distrito minero. Aspire aquel aire puro que no sentía desde hace tiempo. Entonces aquel sexto sentido se activo y sentí la presencia de alguien más allí. Voltee inmediatamente y mi vista se llevo una sorpresa, al encontrar una chica propia de ese lugar. Note su piel aceitunada y sus ojos grises identificables del distrito 12.- Emm.. ¿Hola? -Dije sin exactitud en mis palabras. Solo quería sonar sutil en el distrito ajeno a mi procedencia.

Mire a traves de la alambrada, aun algo curiosa, habia sentido algo de eso estaba segura, pero no creia que nadie por aqui fuera tan valiente como para atravesar la alambrada, lo que me dejaba con poco terreno que examinar. Me gire sobre mi misma justo cuando escuche una voz femenina. Me puse en pie, mirandola de arriba abajo. No la conocia, no sabia quien era ella, no era del distrito 12. Podia presumir de conocer a todos los habitantes del 12 aunque no hubiera hablado con ellos los conocia de vista, y mi memoria era buena, no solia fayarme, ademas no tenia ese aspecto que nos carcterizaba, puede que fuera una tonteria pero la mayoria teniamos unos rasgos que nos hacia ver a simple vista que eramos de aqui.

Sin embargo ella me sonaba. Mire su ropa, aun desconfiada, sin acercarme, sin moverme, solo cauelosa. Su ropa no pertenecia a alguien pobre, a alguien de un distrito, pero no era tan extravangante como para pertenecer al capitolio, volvi a mirar su cara, me seguia sonando su rostro, mucho...Entonces, caí en la cuenta. Era una vencedora. No recordaba de que juegos, mi mente los mezclaba, los intentaba olvidar, era como un mecanismos de defensa, no queria recordar a la gente que habia pasado por esa tortura, pero a los vencedores era dificil olvidarlos, no solo por el tour que hacian despues de ganar si no porque se volvian mentores, y el capitolia nos los mostraba a cada poco, para que no olvidemos.

Me recorrio un escalofrio, deseaba que estos años pasaran rapido que mi nombre no fuera pronunciado en alto y asi poder vivir de una forma "tranquila" dentro de lo que podia, pero sobre todo rogaba porque no fuera Blaine quien saliera elegido.
-Hola- Salude, aun desconfiada, que habia venido a hacer una vencedora al 12? y sobre todo, que hacia aqui en la pradera, no era el lugar mas visitado. Mire la alambra de nuevo y despues a ella, me alegre de no haber cruzado fuera, o ahora estaria en un buen problema, ahora ella era parte del capitolio aunque no fuera de forma intencionada-puedo ayudarte en algo? Lo siento, he reconocido que eres una vencedora, pero no soy capaz de recordar tu nombre ni tu distrito- Mi voz no era demasiado amigable, pero si era amable, debiamos ser amables con los vencedores, pero como ser amigable? ella era la ganadora de unos juegos donde habian muerto dos chicos de nuestro distrito, posiblemente Brian o el hermano de Blaine, sabia que ella habia perdido a tu compañero y que seguramente pesaran sobre ella la muerte de 23 personas, pero aun asi...para que ella sobreviviera alguien habia perdido un hijo, un hermano, un amigo...no queria culparla...