Lo primero que hay que decir de Damaris es que es un ángel. Incluso se podría decir que lo único que le falta son las alas. Es buena, comprensible... todo lo que una buena chica tiene que tener. Sabe escuchar y entender. Estará ahí, en los buenos y en los malos momentos. Será una gran amiga, en la que puedas confiar plenamente. Es incapaz de hacer algo malo, porque luego siente remordimientos y a ella no le sientan bien. Y así será siempre, porque ella no dejará de ser así, no de momento. Odia los Juegos y el Capitolio, y aunque sea de un distrito profesional, no le gustaría salir elegida para ir a una muerte segura. Sería gracioso de una profesional, pero tiene miedo, mucho miedo. Aún así le gusta ser de un distrito profesional, porque siempre hay alguien que se presenta voluntario, por lo que le da algunas ventajas.

Es la única de la familia que quiere a su padre, aunque esté empeñado en que alguno de sus hijos vaya a los Juegos. Ella piensa que es normal, puesto que el distrito 4 es de profesionales, y todo el mundo está ansioso por ir a los Juegos; por eso se lo perdona y lo sigue queriendo. Y por eso todo el mundo la etiqueta como una niña tan tierna que es incapaz de odiar incluso al peor ser del mundo.

Hay que decir que es algo solitaria, puesto que su hermano pequeño, Keiran, salió en la cosecha y murió en los Juegos. Después de eso se distanció de su hermana gemela y su hermano mellizo, por temor de que también salieran y sufriera lo mismo que con Keiran. Pero no ha podido evitar tener un gran lazo con Galatea, por lo que eso de ser gemelas les viene muy bien, ya que son almas gemelas. Damaris siempre le confia todo a Galatea, incluso lo malo.