DISTRITO
Distrito 11.
OCUPACIÓN
Recolección, estudiante.
+INFORMACIÓN
JUGADOR
Yo me llamo Ralph, soy un unicornio con cuerno de cucurucho y me gusta comer pegamento. Okey, es mentira, no molo tanto. Soy Hell (Helena), ni una letra más ni una letra menos. No soy dada a esto, y bueno que espero mucho de éste foro, porque tengo ganas de desarrollar chachimente un personaje en el mundo de THG y espero que vaya bien. Así que eso, queso.
|
PERSONALIDAD
—Hugo, deja de reírte como un psicótico. —¿Cómo se ríen los psicóticos? —Como tú. —Ea, pues entonces que paren ellos. Tema zanjado. Cuando uno por fin advierte la presencia de Hugo –lo cual no es difícil, ya que él se hace notar-, lo primero que se cruza por la cabeza es que parece un chico divertido e inquieto. Además de considerablemente alegre, debido a la sonrisa que se puede apreciar en su rostro la mayor parte del tiempo. Por eso, a primera vista -y muy probablemente también a segunda- de Hugo sólo puedes ver la superficie de lo que en realidad es un complicado rompecabezas. Así que, superficialmente, él es como cualquier otro muchacho; simpático, ingenioso y una compañía bastante agradable. Es una persona desbordante de energía, irreflexivo en ocasiones y bastante versátil. Voluble y variable, capaz de adaptarse a casi cualquier situación que se le presente, y hacerle frente. También es un poco imprevisible; nunca se sabe con que nueva chorrada o paranoia saldrá. Sin embargo, hay algo que jamás cambiará en él, y eso es su jovialidad y amabilidad. E incluso malhumorado parece extrañamente adorable, como un niño enfurruñado. No obstante, si te quedas a conocerle un poco más a fondo, podrás encontrarte con que Hugo no sólo tiene un encanto único y particular. Otro de los rasgos más distintivos de Hugo -exceptuando lo perezoso y vago que es gran parte del tiempo-, es su manera despreocupada de ver la vida. Pocas cosas logran en él una seriedad apropiada. Sin contar de que, en realidad, no se preocupa ni le importa nada hasta que no está totalmente seguro. Un rumor o una sospecha no le van a quitar el sueño. No obstante, Hugo no es idiota y tiene unas ideas y unos principios totalmente íntegros y dentro de la buena moral. Es alguien justo e inusitadamente objetivo incluso cuando se trata de personas cercanas. Sabe distinguir el bien del mal, y también ver lo que queda entre medias. Casi todo el mundo ve en él a alguien trasparente. Y, aunque lo es, esa no es toda la verdad. Hugo se ha creado una apariencia que le gusta; la máscara de chico feliz y relajado. Pero no todo son rosas en su camino, también hay piedras. Como cualquier otro, Hugo sufre y tiene sentimientos. No siempre tiene razones para sonreírles a personas que le miran como si fuese algún tipo de mancha pringosa no identificada. Pero, como el orgulloso cabezota que es, no quiere que nadie le vea como un chico débil. Normalmente se viste con su imperturbable sonrisa. A pesar de estar destrozado por dentro, su sonrisa siempre estará ahí para quien quiera apreciarla. Pero la mayoría de las veces parece ridículamente contento; porque es muy fácil hacerle feliz, debido a su sencillez y falta de pretensión. Va regalando sonrisas a todo el mundo, sin importarle que no sean correspondidas. Tampoco le importa si la persona a la que sonríe merece esa amabilidad. Cuando está contento le gusta compartirlo, y es imposible de ignorar la desbordante alegría contagiosa que desprende. Bromista, disparatado y arrojado. Por otra parte es, casi con toda probabilidad, una de las personas más honestas con las que te vas a topar en la vida. Odia las mentiras con toda su alma y no está dispuesto a caer en ese juego fácil. De él siempre se puede esperar una respuesta franca y sincera, sin tapujos. Quizá esto le convierte en alguien un poco desconsiderado, porque no suele tener muy en cuenta si la verdad va a dañar a la otra persona. Cree que, de todas formas, la mentira siempre será mucho más dolorosa, a largo plazo, cuando quede al descubierto. Las mentiras siempre quedan al descubierto, de eso no le cabe duda. Incluso dará su opinión aunque nadie le haya preguntado. Otro de sus pequeños defectos es ese, llamémoslo Don, que tiene para meter la pata o para estar en el momento equivocado del lugar equivocado. Inoportuno. —No perdáis detalle, chicos; estáis ante el regalo que le hizo Dios al mundo. —Hugo, por lo que más quieras, vístete de una vez. —¡Pero si os estoy haciendo un favor no ocultando mi hermosura! Aparentemente, Hugo derrocha seguridad en sí mismo, pero lo cierto es que no es así en absoluto; usa el humor como mecanismo de defensa. Hugo bromea a menudo con lo guapo que él se considera y tales cosas por el estilo, pero ni él las cree ciertas. Es inseguro, inseguro y perfeccionista consigo mismo. Un solo comentario negativo puede hundirle, sin remedio. Intenta caer bien a todos y, claramente, eso no es posible. Se exige mucho y aún así, jamás queda del todo satisfecho con nada de lo que hace, tendiendo a martirizarse y castigarse a si mismo. Cuando le halagan incluso se avergüenza ligeramente o no lo toma con la seriedad apropiada. Es bastante sensible, y no le gusta que se le note, pero no lo puede evitar. Si algo le duele se le notará con facilidad. Por otra parte, Hugo no tiene ningún pudor, desconoce la vergüenza y no se muerde la lengua a la hora de hablar de forma honesta y franca de temas que otros considerarían escabrosos. También es confiable y siempre directo, si es lo que se requiere de él. Decidido en sus objetivos, cuando algo se le mete entre ceja y ceja, es muy difícil de hacerle desistir del empeño. Cabezota, terco como una mula. Y, al igual que tiene un carente sentido del pudor, Hugo es un poco descarado. No se corta a la hora de repasar a las chicas con la mirada, ni de encarar a alguna si le gusta. Además, tiene ese algo de gamberro, de caradura, que le hace irresistible a su manera. Desvergonzado. —Tu hermana es imbécil, Hugo. —Tal vez, a veces, pero sólo yo puedo decirlo. Así que, vuelve a decir algo de mi hermana y lo próximo que te salga de la boca serán los dientes. En fila india. Hugo es el tipo de amigo con el que te escaqueas de clase, al que le puedes pedir todo tipo de absurdos favores, con el que compartes un botellín de cerveza en silencio porque no hace falta hablar para entenderos. Que te escuchará y estará ahí en tus peores momentos, que te verá en las situaciones más vergonzosas –o él mismo te empujará a esas situaciones-, que te aceptará con todos tus defectos y virtudes. Que nunca te juzgará y siempre tendrá una mano tendida hacia ti. Con sus amigos, él es totalmente leal y fiel aunque el mundo se venga abajo. Es cariñoso y bastante apegado; adora la cercanía de aquellos que considera su familia, o casi. Piensa que los amigos, tener confianza y poder contar con otras personas, es algo fundamental en la vida de alguien y, cuando está solo demasiado tiempo, se vuelve triste y taciturno. Hugo necesita de los suyos tanto como el propio aire para respirar. Defiende y pone la mano en el fuego por ellos. Es muy consistente en sus afectos. El amor es para él un tema un tanto complicado. Se considera demasiado joven como para una palabra que alberga tantísimo. Hugo es muy coqueto y le gustan mucho las chicas. Su mirada se pierde por el corte de las faldas y no hay mucho que hacer, porque es cierto que a veces el cerebro de abajo le pierde. Pero son rollos esporádicos. Un par de ratos de diversión, besos, algo de manoseo… y ya está. Hugo sabe que algún día se enamorará y, ese día, no habrá nadie más para él. Una vez que se comprometa con una persona, una vez que jure fidelidad, sólo tendrá ojos para ella. En caso de que sus sentimientos cambiasen por algún motivo, lo primero que él haría sería hablar con su pareja y zanjar las cosas, antes de provocar un daño mayor. Detesta que jueguen con los sentimientos de los demás, así como con los suyos, así que no es algo que él vaya a hacer. Enamoradizo. Es romántico y detallista, le gusta prestar atención a quien le gusta. Cariñoso y predispuesto a cualquier cosa. Pero también tiene su parte negativa, es algo celoso y un poco posesivo. Al estar enamorado, Hugo no verá a nadie más maravillosa que dicha (y afortunada) chica y, por lo tanto, no entenderá cómo es posible que nadie más se enamore de ella. Todos, según su juicio, deberían estarlo. Y es por eso que no se fía. Aunque sí lo hace ciegamente en su chica, no lo hará para con los demás. De vez en cuando hace berrinches, donde insulta y se frustra solo, cuando está celoso. Es un poco infantil en este asunto y hay que tenerle paciencia. Al fin y al cabo, los celos son una forma de demostrar amor. —¡Devuélvemelo, idiota! —Pídemelo con educación, Wilder. —Mira, si no me devuelves el bolígrafo, mis apuntes estarán escritos con tu sangre. Con educación. Como punto final, añadir que ganarse el desprecio de Hugo es muy difícil, más aún su odio. Pero es fácil provocarlo si tiene un mal día. Se vuelve agresivo con las palabras. Cuando está enfadado suele despotricar contra todo y todos y es mejor mantenerse a un lado de su camino. Intentar tranquilizarle es un error, porque cualquier presencia le molesta; es mejor dejarle solo, que se desahogue en paz. Los enfados no suelen durarle mucho, en realidad. Pero le cuesta pedir perdón, ya que es algo orgulloso. Con sus amigos suele hacer alguna broma para que sean conscientes de que ya está bien y para arreglar las cosas, pero no suele pedir perdón literalmente, pero si eres su amigo lo darás por hecho. No es competitivo ni tiene mal perder. Sabe reconocer cuándo alguien es mejor que él y sólo se pica y rebota cuando se trata de juegos y cosas con la misma inexistente importancia. Nada serio, evidentemente. Por otra parte, anda con ojo si le gastas una broma. Él las adora, y te la devolverá el doble y, cabe destacar, que a veces se le van de las manos. No tiene verdadera malicia ni maldad; Hugo, en su conjunto, es una buena persona. Una persona imperfecta, pero todo el mundo lo es.
HISTORIA
El primer recuerdo que acude a la cabeza de Hugo, cuando echa cuenta atrás, es el de un picotazo en la parte de posterior del cuello. Su primer recuerdo es un dolor abrasador recorriéndole, una mente infantil totalmente embotada y nublada por el veneno. También, junto con ese dolor del pasado, acude a su mente el cuerpo de una mujer arropando el suyo, tapándole por completo y apretándolo contra la tierra. Hugo no recuerda mucho más de ese episodio de su vida, ni tampoco de ninguno anterior. Con cuatro años de edad presenció lo que sería la muerte de su madre, tocándola él mismo desde muy cerca, lo que debió provocar un bloqueo en su memoria a causa del traumático suceso. No recuerda a su madre ni sus primeros años de vida, pero sí que ella murió a causa de un panal de rastrevíspulas del que le salvó.
A partir de entonces, Hugo no ha tenido una vida especialmente sencilla, aunque jamás ha osado quejarse pues sabe que hay gente mucho peor. Su padre, Finnian, no quedó del todo en sus cabales cuando tuvo que desprender a su hijo mejor de la piel medio desecha de su esposa, a causa del veneno de aquellos seres. Sin embargo, con el tiempo, se casó con una mujer viuda que también tenía un hijo no demasiado mayor a Hugo. Él realmente no entendía la necesidad de su padre de intentar rehacer su vida, cuando interiormente se encontraba en un estado catatónico como persona. Hugo siempre ha sabido y ha sido capaz de ver esa clase de cosas en su padre; un alma negra, amargada y henchida de ira. Nadine y Jeremy eran los nombres de los nuevos integrantes a su familia y para él fue muy fácil cogerles un gran cariño; sentía una compasión infantil por la mujer, quien no parecía ver nada torcido en Finnian, y más compasión y cariño sentía por el hijo de ésta, Jeremy, un niño alegre y con gran corazón que se llevaba la peor parte. Y poco tiempo después, Delilah se unió a la familia, creando sonrisas de la nada en todos y cada uno de ellos.
Durante años, no obstante, los tres niños fueron testigos del comportamiento abusivo que Finnian tenía del alcohol y otras sustancias, de cómo el sustento con el que debían mantenerse era desperdiciado en vicios que provocaban palizas en el eslabón menos querido por el iracundo hombre. Jeremy era quien recibía cada golpe y Hugo lo sufría casi tanto como él, en el corazón. Siempre se había considerado una persona valiente, pero siempre tuvo miedo y fue incapaz de interponerse entre esos golpes. Él le curaba, él le atendía después de esos momentos, cargado sobre el pecho con una culpa que no debía sentir, pero sentía de igual manera.
Más su vida sólo ha sido eso. En los dieciséis años que tiene no ha hecho nada destacable ni excepcional. Se dedica a trabajar para intentar que su hermana y su madrastra no mueran de hambre, junto con Jeremy, y evitar que su padre se pase demasiado.
|